Pasa al interior y ponte cómodo

16.12.06

Feliz Vanidad



Hace un mes, al pasar por la Plaza de Carmelitas, unos niños me pidieron el aguinaldo a cambio de una canción. Cada año se anticipan más estas fechas.


Ya es Navidad, a pesar de que muchos escaparates, el Corte Inglés y los anuncios de la tele la lleven anunciando desde hace un mes.
De estas fechas me gustan los abetos blancos que bailan con el viento como si llamaran a los pájaros. Me gusta el sonido de moscatel de las campanas. Me gusta la alfombra llena de pisadas reales y papel de regalo.
Me gusta que haya muñecos de nieve que se metan el dedo en la nariz de zanahoria. Y paisajes de invierno. Y bolas de papel. Y guirnaldas. Y que la gente coma polvorones y cante villancicos con la boca llena.
Pero hoy prefiero imaginar la Navidad de hace 2006 años. Inventar a la Virgen empadronando al niño, dándole la teta, vacunándolo contra la polio y la tosferina, cambiándole los pañales entre tomillo y romero y llevándolo al quirófano para operarlo de vegetaciones.
Hoy prefiero desenchufar las luces del belén para escuchar el hipo de los peces del río. Remendarme y no quitarme el remiendo. Colocar en el portal un burro “pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón” como Platero.
Esta Navidad no brindaré en vano, ni cantaré oxidados villancicos ni comeré a destiempo las uvas pasas. Este año me enjuagaré los labios con la nieve que sobró de enero y que guardé, durante un año, en el cajón de la mesilla.
Luego caminaré perdido entre los charcos de turrón y las alfombras rojas, con el deseo de que éstas sean, verdaderamente, unas Felices Fiestas.

Paz, amor y pedreas para todos.

15.10.06

De andar por casa



De andar por casa
Poesía para los cinco sentidos.


Idea original y montaje: Raúl Vacas e Isabel Castaño (De Vacas y Castaño)
Fotografía jaula: Victorino G. Calderón
Resto de fotografías: Isabel Castaño


En esta exposición el arte y la literatura nos ayudan a mirar la vida, en general; y nuestra realidad, en particular, de forma sencilla y espontánea. Tal y como nos probamos la ropa, así deberíamos probarnos cada una de las palabras que descubrimos en el día a día para hacerlas nuestras.De andar por casa es una lectura doméstica del arte y la literatura, la prueba de que ambas disciplinas forman parte de nuestra vida cotidiana.Descubriremos que un buen libro puede ser el mejor de los menús, que un poema necesita muchos lavados y muchos planchados hasta conseguir la blancura y la delicadeza oportunas, que una conversación telefónica puede no estar exenta de poesía y caeremos en la cuenta de que la creación exige un compromiso diario. Nuestra casa, tal y como la concebimos hoy, apenas nos invita a la creación y la lectura. Es difícil encontrar un espacio que no esté bajo el dominio del ordenador y la televisión, un lugar recóndito y tranquilo donde poder inventarnos el mundo, nuestro mundo.Señoras y señores, chicos y chicas... toquen, sueñen, sientan, piensen, pasen y lean... La curiosidad sólo mata a los gatos.

Detalle del baño:


Detalle del dormitorio:


Detalle de la cocina:


Detalle del recibidor:



Gracias a todos los que habéis pasado por la exposición y habéis dejado allí un fragmento de vosotros y de vuestros sentidos. Gracias, en especial, a Isabel Castaño por su buen ojo y su mejor pulso para todos los detalles.Gracias a Isabel, Marieta y Paco (de la Biblioteca Torrente Ballester) por confiar en nosotros y darnos todas las facilidades. Gracias a los ordenanzas y a los trabajadores de la biblioteca por ayudarnos con el montaje y desmontaje. Gracias a María Jesús por ser la mejor anfitriona. Gracias a Miguel por dedicarnos un día en el montaje. Gracias a Victorino por su mirada y por sus fotos. Gracias a Rosa Ramajo y Amparo Herrera, junto al resto de profesores del I.E.S. Mateo Hernández y a Ana Isabel Sánchez, del I.E.S. Divino Maestro por visitar con sus alumnos la exposición. Y un recuerdo especial para el pez, que se murió.

Contratación: devacasycastano@yahoo.es

16.9.06

Taller de Poesía






Consumir preferentemente
taller de iniciación a la poesía

Próxima convocatoria: en Primavera
Escuela de Escritura Creativa "Letras en Letra"
Calle Libreros, 28, 37008 Salamanca.Tel. / Fax: 923 262 018.
http://www.letrahispanica.com/

Si estás interesado en formar parte del taller o conoces a alguien que le interese anota está dirección: raulvacas@mixmail.com

OBJETIVOS
· Favorecer un clima de diálogo, reflexión y trabajo en equipo en torno a la poesía.
· Fomentar la creatividad y la imaginación en los procesos comunicativos.
· Conocer y trabajar diferentes recursos y figuras poéticas.
· Despertar la curiosidad y el interés por la lectura y la escritura:
· Karmelo C. Iribarren, Oliverio Girondo, Francisco Pino, Gonzalo Rojas...
· Descubrir libros, autores y propuestas prácticas sobre poesía.
· Comprobar si la poesía es o no un arma cargada de futuro.

DURACIÓN
20 horas
Habrá una hora semanal de tutoría, una visita a la exposición “De andar por casa. Poesía y arte para los cinco sentidos” y un recital de clausura del curso en EL SAVOR.


PROGRAMA

¿Y tu me lo preguntas? (3 horas)
Presentación del taller y de las actividades a realizar.
Streep-tease colectivo.
Degustación poética.
¿Qué es poesía? ¿A qué sabe? Reflexiones sobre la poesía a partir de varios autores y varias disciplinas artísticas (cine, fotografía, música).
Víctor Moreno: El método divergente.
Ejercicios de taxidermia.
Funciones de la poesía.
¿La poesía ha caído en desgracia?
Todo lo que siempre quiso saber acerca de la poesía y nunca se atrevió a preguntar.

El poeta nace y se hace (3 horas)
Menú del día: ¿Cómo se hace uno poeta? Soluciones para esta pregunta a partir de algunas ideas de Luis García Montero y Rafael Pérez Estrada.
La cuerda de la ropa y las tijeras de podar: principales herramientas de un poeta.
Retrato robot de un poeta.
Poetas de carne y hueso.
¿Para qué sirven las palabras? Role-playing.
¿Qué es poético? Método convergente.
El DNI de poeta.
Ingredientes para un poema.

Aprender a mirar (3 horas)
Gianni Rodari: Gramática de la fantasía.
Francisco Pino: la importancia de la palabra “inmiscuir”.
Antonio Gómez, Joan Brossa y Chema Madoz: la poesía visual.
De cómo imaginar la luz de una vela cuando está apagada.
La metáfora: ese extraño catalejo para mirar el mundo.
Efectos especiales de la poesía: principales figuras literarias.
El binomio fantástico de Rodari.
Zoom y Encuentros y olvidos: dos libros para mirar.
Pequeño catálogo de poemas objeto.
El poema ilustrado.
José Calero Heras: De la letra al texto.

Aprender a escuchar (3 horas)
Pequeños milagros: Aprender a escuchar con los ojos cerrados.
Tipos de escucha.
La música del poema: el ritmo y la rima.
El silencio en el poema: Ada Salas y Antonio Gamoneda.
El paralenguaje.
De viva voz.

A mano o a máquina (3 horas)
El club de los poetas muertos: borradores y manuscritos de diversos autores.
Importancia de la papelera y del típex.
Tipos de verso, modos de abordarlos, momentos para escribir...
La unidad en el poema: Alberto Hidalgo.
Las preguntas de Bernardo Atxaga y Pablo Neruda.

Mama, soy poeta (5 horas)
Me basta así: de cómo sacarle toda la savia a un poema de Ángel González (Taller de animación).
Yo leo, tu lees, Bruce lee: el lector es el dueño del poema.
Taller de corte y confección poética.
OULIPO: taller de literatura potencial.
2x1. Lectura de poemas propios y extraños.
El lado oscuro del corazón: la poesía hecha cine.
Evaluación del taller y pequeña publicación.


RAÚL VACAS es Licenciado en Ciencias de la Información y Diplomado en Educación Social. Ha obtenido los premios de “Letras Jóvenes de Castilla y León” en la modalidad de poesía (en los años 1996, 1997 y 1998) con las obras Confieso que he fumado, El calor de los labios a solas y El imán de la muerte y el Premio de la Academia Castellano-Leonesa de la Poesía, con el libro Proceso de amor. Raúl Vacas colaboró, con el seudónimo “eltiopaco” en el semanario Tribuna Universitaria. En 2003 presentó un pequeño libro titulado Corte y Confección junto con Isabel Castaño. Este año ha publicado Al fondo a la derecha (una recopilación de artículos de opinión) y Consumir preferentemente, un libro de poemas para adolescentes (Anaya)

30.7.06

La segunda voz

Ilustración: Tomás Hijo


Ayer fue registrado en la Diputación de Salamanca un proyecto para publicar una antología poética de Remigio González “ADARES” con el título de La segunda voz (Poesía 1972-2000).
La petición fue cursada por Ángel, uno de sus hijos, y cuenta con el aval de Luis Calvo Rengel y José Yáñez, alcalde de Alba de Tormes. La selección y el prólogo corren de mi cuenta.
Esperamos que la Diputación resuelva de manera favorable nuestra petición y el libro vea la luz dentro de la colección de poesía de la entidad.
De este modo se vería saldada una de las muchas deudas que las instituciones aún tienen con el poeta, quién dedicó toda su vida a la poesía y durante veinte años guardó fidelidad a la Plaza del Corrillo, donde administraba sus libros y su mirada.
Ojalá que algún día se hagan realidad las palabras de Santiago Juanes y dicha plaza recuerde a su poeta como se merece:


Me gusta imaginar a un “ADARES” de bronce sentado en el Corrillo eternamente y a los niños preguntando a su padre quién es ese señor de las barbas... Un sencillo homenaje para quien fue un poeta sencillo y un amable ser humano unido al Corrillo por un verso. Santiago Juanes (La Gaceta Regional, 6 de febrero de 2001)

Este es sólo un aperitivo del contenido del libro:


Muerte

Porque yo ya he llegado a donde iba
al medio siglo estirajando chicle.
Por la cabaña tonta de la escoba
reventando botellas a la muerte.

¿Quién me robó el rancho de los pavos?
¿Quién me robó el cartón de mis comienzos?
Ella fue quien me ocupó la noche
sin perseguirme nadie; fui de entonces.

Ahora voy a morirme junto al río
donde hospedar a mi conciencia pueda
y que me juzgue el ansia y la vejez.

Olvidar el camino sólo quiero
y a la forofa calle de los vivos
porque ya desde ahora, soy del aire.

Publicado en Sangre talada


Un arbusto de mimosos

A la niña de los baberos
canesuados
de organdí.
A la que pone multas en los labios del estambre
y la fibra.
A la que junta barcos,
hierros,
antojos,
lugares y palabras de ajacintadas formas.
A ella.
Esta línea que aludo en todos los sonidos.
Yo, en todos los amores que he reunido, por el bien del
[amor,
nunca tomé medida para amarla

Publicado en Vuelo de papel


Me sorprendió este beso
de lavadero hondo
una tarde de mancos
árboles enanos


Los tristes océanos
y llamados por ellos
pasaron a ser dignos
por la primera vez.

Azúcar de terrón blanca y morena niña
de la guitarra ágil.
Son tus ojos oscuros de fuente y de árbol.
De chorro tu piel vibra hebras glaciales
y de lunas y luz.
Es tu nombre amapola que por tus cabellos
he soñado volar.
Alta abeja espiga primavera de los abanicos.
Tu canción y por dentro ola escrita segadora
de nardos oceánicos.
Escucho tu saliva tan honda como excitante
porque definitivamente
eres devoradora.

Publicado en Me enamoré sin permiso

29.7.06

Llorar a gritos




Cómo me hubiera gustado entrar un día en la peluquería de Luis Monzón (en la calle Meléndez) y leer, en lugar del Interviú, un libro de poemas. Y que ese libro fuera de Neruda y que se llamara Residencia en la tierra. Y que tuviera un poema titulado “Walking around” y que dijera: “El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos. / Sólo quiero un descanso de piedras o de lana…”

Cómo me hubiera gustado entrar un día en la peluquería de Luis para hablar, no del partido del Madrid o de la guerra o la política, sino del vestido rojo con dibujos blancos de Anna Galiena, la Matilde de la película de Patrice Leconte “El marido de la peluquera”. O tararear juntos, no una canción de los cuarenta principales, sino de aquel barbero de Sevilla. O escuchar el hilo musical (como le gustaba hacer a Luis) de la calle Meléndez, antiguamente de Raspagatos. O conversar con él sobre la permanente de Quevedo, la perilla de Gustavo Adolfo Bécquer, la melena de Alberti, la tonsura de Fray Luis o las barbas de Valle Inclán. O hablar de la Salamanca de entonces, la que nació y creció en torno de la Plaza de la Yerba (o del Corrillo) y del poeta Adares, con su barca a la orilla del río de estudiantes y turistas que, día a día, van a dar a la Plaza Mayor, que es el vivir. O dejar que el silencio acallara el oído y despertara la nariz y la envolviera de olores extraños a lociones capilares y after shaves y colonias de niño y suavizantes. O escribir un poema a una mujer, sin más, y dedicárselo: La mujer que alisa, por ejemplo, su cabello rubio y sueña con la música del sueño de una noche de verano. La mujer que coloniza el corazón del hombre con su melena roja como el fuego o la noche. La mujer que es amada y cómplice de quien escala furtivo hasta sus ojos y huye por su trenza. La mujer que es tiempo y vida y corta las cabezas de los soñadores y verdugos que no puedan amarla. La mujer que llora a gritos.

Publicado en Avuelapluma

Nota: La peluquería de la imagen no es la de Luis Monzón, es una encontrada al azar en la web

24.6.06

La mujer sintáctica



Ayer soñé con la mujer sintáctica. Por un instante me sentí subordinado a ella, todo un párrafo, en una conjunción sin límites y al borde de la exclamación y las interjecciones.
No le bastó con tenerme sujeto sino que en el instante exacto del deseo me besó bilabial, me agarró el atributo por la raíz e hizo de él un gerundio como si tal cosa. Y así de oral y sustantiva copuló su nombre con el mío en la frase exacta, sin complementos, ni futuros perfectos, ni predicados falsos; acentuando cada uno de sus fonemas, de sus sílabas. Tan sólo ser y estar; con el futuro por delante.
Ayer soñé con la mujer sintáctica, una mujer determinante, una maestra del adverbio, el paradigma de la voz activa y el amor posesivo, el mejor género para el deseo, todo un artículo de lujo.
Recuerdo el argumento de mi sueño y su deseo infinitivo conjugado en los pronombres de Salinas: “Para vivir no quiero / islas, palacios, torres. / ¡Qué alegría más alta: / vivir en los pronombres!”
Pero también soñé con la mujer sin táctica. La que se rinde al signo del amor oscuro y no pide palabras. La que se eriza en cada verbo. La que calienta el sexo con los ojos. La que me vuelve reflexivo en el lavabo y se deshace en besos imposibles. Esa mujer que al fin me da, y cruza los dedos, su nombre de mentira, su número y prefijo; ajena a cualquier otra proposición, perdida en el imperativo de su cuerpo, dueña de la emoción y los paréntesis. La que despierta in media res, sin sueños cardinales, sin árboles inéditos, sin rostro definido, sin palabras corrientes, sin la oración propicia, sin taxis donde huir al fondo del poema, sin forma de enseñar la lengua.
Ayer soñé con la mujer sintáctica. No recuerdo su nombre.

Artículo publicado en el semanario Avuelapluma

22.5.06

Consumir preferentemente (Anaya)



Ya está a la venta el libro Consumir preferentemente, con ilustraciones de Pep Montserrat.
Aquí tenéis un aperitivo, para abrir boca


El amor, un producto de primera necesidad
La vida, la mejor de las rebajas
La muerte, un artículo de lujo



Modo de empleo

El niño no es una botella que hay que llenar,
sino un fuego que es preciso encender

MONTAIGNE

Aprender ya no es conocer, descubrir, acercarse a las cosas con una linterna llena de luciérnagas para verlas por dentro; desentrañar sus ecuaciones, sus números atómico y su esqueleto; interpretar la vida, buscar los planos de la fantasía, desplumar las ideas, darles vida propia, avivar el fuego del que habla Montaigne.
Hoy aprender es otra cosa: es acumular chatarra en los bolsillos, dar cuerda a la palabra aburrimiento, poner un cascabel a una gran caña de pescar y esperar por si pica algo que nos interese.
Creo que la mayor parte de los alumnos, profesores y padres hemos caído en la trampa de una sociedad antropófaga; que la productividad, el estrés y la falta de tiempo, entre otros muchos males, han acabado por matar el gusanillo de la curiosidad y el gusto por los libros.
Pero no todo, por suerte, es de este modo, y aún hay niños y jóvenes, en peligro de extinción, que vuelven sorprendidos a sus casas después de alguna clase que les hace soñar con un posible cambio de estrategia.
Este es un libro para inmiscuirse en el mundo; para recuperar el tiempo y engrasar los sueños y las utopías; para trepar a un universo de andar por casa y encender la luz en un poema o para descubrir, al otro lado del ojo de la cerradura, el tráfico diario de las palabras.
Creo que la literatura y la vida son una misma cosa y que la realidad y la fantasía no tienen en sus tapas fechas de caducidad, aunque convenga consumirlas preferentemente.



Forgotten

Porque el olvido estuvo siempre detrás de una ventana o unos labios
porque la muerte nos aguarda indiferente para pulsar
la tecla off del corazón
porque la lluvia nos reúne en la tristeza
porque tus besos de yogur me hicieron daño
porque si alguna vez, o dos, miras el mar, verás que sólo hay nieve
porque te quiero absurdo como soy.


Post-it

Perdón por el amor que a veces no se darte y se evapora.
Perdón por recordarte que el silencio existe,
que la mentira es un artículo de moda,
que tus lágrimas son lluvia destilada.
Perdón por enredarme en el ovillo del orgullo
y descuidar la calma y la ternura.
Perdón por no encontrar la frase exacta
que nos salve del frío y la tristeza.
Perdón por destapar el tarro de los miedos
y dejar que aleteen en tus ojos.
Perdón por no creer en el mercurio y en los puzzles,
por los condicionales simples y compuestos,
por el amor de encargo,
por el miedo al presente y al futuro,
por no traer el pan esta mañana,
por olvidar el día de tu cumpleaños,
por soñar a escondidas.
Perdón por no llamar a tiempo.
Perdón por levantar el tono.
Perdón por mi descuido y mi torpeza.
Perdón por no decir perdón.


Cenicientas

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde.

JAIME GIL DE BIEDMA
Poemas póstumos


A las muchachas rubias de los cuentos
que huyeron del amor sin hacer ruido
les hablaré del pájaro sin nido
que odia las migas de los sentimientos.

A las muchachas de ojos cenicientos
y el corazón cuché, mudo y partido,
les hablaré de un reino prometido
donde las vírgenes tienen descuentos.

Y a las muchachas que hablan de los hombres
en los servicios de las discotecas,
a las que empolvan tristes su retrato

y hacen quinielas con los nombres
de príncipes con gafas y con pecas
les firmaré en la suela del zapato.


Gracias a Samuel Alonso, Antonio Ventura y Martha López por hacer posible este libro.
Gracias a Pep Montserrat por su mirada y sus ilustraciones.
Gracias a Nacho Escuín por la presentación en la Universidad de Zaragoza.
Gracias a todos los que asistieron al acto: entre ellos Daniel Nesquens y Elisa Arguilé.
Y gracias a las librerías Los portadores de sueños y Cálamo por su apoyo y por hacerme sentir como en casa.
Enhorabuena a Karmelo C. Iribarren por El tamaño de los sueños, publicado en esta misma colección.

26.4.06

Cuatro monjas


A María Santísima, con devoción y flores

Del libro: Al fondo a la derecha

Ayer vi cuatro monjas de clausura corriendo por la calle Compañía. Cuatro monjitas extranjeras y asustadas lejos de su rebaño y su pastor, tocadas hasta abajo de harina y regaliz.
No sé adónde corrían tan de noche, ni por qué vísperas del lunes dirigían sus pasos. Lo cierto es que allí estaban, complacidas en extrañas misiones evangélicas.
Ya sé que es muy extraño esto que escribo, pues tales señoritas –casi en extinción– no tienen hábito de andar, hasta tan tarde y sin permiso, por esos mundos de Dios. Pero allí estaban, tan hermosas, bajo una luna dulce y obediente, inflamada de alcohol y de sospechas. Una luna redonda y amarilla como el cuerpo de Cristo en misa de una.
Tal vez eran las cuatro monjas del Apocalipsis; los cuatro puntos cardinales que –según Vicente Huidobro– en realidad son tres: el Sur y el Norte; tal vez eran la encarnación de las cuatro estaciones, con olor a Vivaldi y Telepizza; o las cuatro esquinitas que tenía mi cama en los rezos de antaño.
Ayer de madrugada, día del Señor, vi cuatro monjas por la calle Compañía. Ayer, que no bebí ni un solo whisky ni conocí los frutos de la maría virgen. Ayer, que paseaba para huir del ruido de la guerra.
Cuatro monjitas huérfanas y geométricas unidas de la mano y la sonrisa, escudriñando el mundo en las esquinas, encomendándose al frío y a los sueños y anudando su hipo en la garganta. Cuatro monjitas bellas y espaciales con la mirada llena de barrotes. Cuatro sores quirúrgicas y libres salidas de algún sueño de Almodóvar.
¿De quién huían esas cuatro monjas? ¿A qué dios de la noche encomendaban sus promesas? ¿Qué extraña vocación o apostolado profesaban? ¿Huían de San Pablo y los Corintios? ¿Del mundanal descanso? ¿De un antiguo convento que se quedó sin pájaros?
Insisto una vez más: ayer de madrugada vi un cuarteto de monjitas por la calle Compañía. Cuatro monjitas dulces e infantiles, cuatro ovejitas locas, inocentes, descarriadas, pidiéndole favores a la noche y aguardando a los lobos. Cuatro novicias muy hermosas que endulzaban sus ojos con extrañas palabras y alumbraban sermones y miradas oscuras.
Tal vez eran las cuatro fases de la luna, las cuatro sotas de la baraja, los cuatro gatos de una noche amarilla por los cuatro costados, cuatro retoños del Señor que fueron apagándose en la calle y la distancia.
Hoy las recuerdo bien y me sonrío. La luna que las vio tan sólo dijo: guau.

22.4.06

Catedral Nueva



Catedral Nueva

en la Portada de Ramos


Ven al arrullo de la catedral
a enredarte en mi beso entretenido,
y a golpes de cincel, sin hacer ruido,
esculpir en mis labios otra y otra sal

marítima. Y así, bajo el ojal
del cielo, hacer el minucioso nido
de los sueños, enhebrar el aullido
de los lobos, anudar el sedal

de tus deseos y pensar que algún
día el astronauta hallará la luna
para siempre, mirando a una turista

con olor a mar. Ven esta noche un
rato hasta la catedral y tráeme una
caricia muda de malabarista.

Salamanca on the rocks




Y huyó la noche y con la noche huían / sus sombras y quiméricas mujeres, /
y a su silencio y calma sucedían / el bullicio y rumor de los talleres.

El Estudiante de Salamanca
JOSÉ DE ESPRONCEDA



Salamanca on the rocks

Cae la noche, como el sueño de un gigante, y la ciudad estrena lencería. Ahora las piedras lucen diferentes, maquilladas, ajenas a la Historia. Y en sus entrañas hacen ruido los recuerdos, las leyendas oscuras, los secretos nunca revelados.
Las nubes escurren su nostalgia sobre los tejados rojos mientras arde el hechizo en calles y fachadas.

Vistas desde la cuesta de San Blas –perfectamente iluminadas– la Clerecía y la Catedral parecen hechas de turrón y adornadas con flan y caramelo.
Por la Calle Compañía pasean los últimos ancianos; las parejas de novios, discutiendo; los rebaños de guiris masticando el idioma y un par de monjas de clausura.

Todo es distinto cuando llega la noche. La ciudad se revela misteriosa y única y hasta el rincón más escondido parece de novela, untado con la luna.
Cerca de las Úrsulas, las estudiantes corren –como Cenicientas puntuales– para llegar pronto al amor. En la Universidad cantan las ranas bajo el compás de compasillo de Fray Luis. Y los tunos afinan sus piropos al lado del Fonseca.
Detrás de las fachadas –en los claustros– se oyen endechas de mujer, ruido de espadas y oraciones, copas que brindan con ron miel, suspiros fúnebres.

Aún suena en los pomos de las casas viejas el eco del pasado. Aún, en las noches más cálidas, pícaros y bachilleres apuran sus cervezas en la calle de Libreros. Aún saben a clorofila los besos en el Huerto de Calixto y Melibea. Aún sueñan los aprendices de hechicero con obtener Cum Laude en brujería y burlar al diablo y a su sombra, como el Marqués de Villena. Y en las Iglesias y conventos aún, frailes y monjas, rumian proverbios y responsos.

Como llegados de la muerte, los estudiantes rugen en los bares mientras se muere el sábado. Con los apuntes aún recientes apuran sus caladas de fortuna, los bises de los vatios, los sueños de garrafa.
Ya nada importa el sueño del reloj; afuera todo sigue estando ahí, con traje de domingo. Y las farolas aún tienen ideas. Y las cigüeñas duermen en sus nidos, como novias descalzas.

Poco a poco la luz oxida el horizonte. Poco a poco los bares vomitan los penúltimos clientes que vuelven bostezando hasta sus camas. Y hay héroes de la noche que ponen en común sus calderillas para coger un taxi en El Corrillo. Náufragos del amor que antes de abandonarse al sueño y la resaca buscan la sombra y el perfil de Adares, bailando en su sillita, bebiendo calimocho.

Apenas recobrado el mapa del silencio, se despierta el tráfico, tosen enfermos los camiones, pían felices los semáforos, Colón se despereza. Y la ciudad se limpia el maquillaje de la fiesta. Y el toro muge en la puente al lado de la encina.

Alto soto de torres y de grúas es el paisaje póstumo cuando madruga el alba. Atrás quedan las huellas de la noche carnívora, la lejana conquista del presente, los huesos del amor y el perfume que añora el astronauta.

Solos en la madrugada, los barrenderos riegan las aceras, lamen la lluvia de febrero en los escaparates y cepillan recuerdos inservibles y lágrimas perdidas y poemas. Lento, como los elefantes viejos, el día se acomoda entre las casas. Canta el gallo en la Torre. Salamanca se enciende, adolescente y blanca.

Aquí se mató una mujer



Junto al arco de San Fernando, en el Pabellón Real, hay una inscripción que reza:
“Aquí se mató una muger. Rueguen a Dios por ella. Año de 1838”



Oración

por ella


¿A qué precio entregaste tu pecado,
la propina del tiempo, la memoria?
¿Dónde intuir la luz, la escapatoria
hacia el sueño y las alturas, el vado

permanente en el futuro o el pasado?
¿Qué sangre oculta la dedicatoria
que pone fecha y límite a tu historia?
¿Quién emplazó la muerte a tu costado?

Tal vez, mujer, te sorprendió la altura
al huir del amor por un balcón.
Tal vez una fatal algarabía

puso tu vida incierta en desventura.
Recen a Dios por ella y su perdón
un padrenuestro y un avemaría.

Por las ramas



En el centro del patio de la Universidad hay un árbol alto y estrecho (una sequoia), que trajo a Salamanca en el siglo XVIII un miembro de la familia Onís (originario de Cantalapiedra), que fue embajador en Estados Unidos. Hay quién afirma que es originaria de Canadá.

Diccionario curioso de Salamanca.
Grupo La Cueva de Salamanca



Por las ramas


Qué savia maceraron tus raíces,
qué pensamientos únicos treparon
por tus ramas, que deseos volaron
de tus nidos, qué mudas cicatrices

recuerdan los amores infelices
de antiguos boxeadores que estrenaron
sus puños en tu tronco y que soñaron
bajo tu sombra llena de tapices.

Hoguera silenciosa, árbol de sueño.
Los pájaros más cultos de tus ramas
reparten su mirada en la escalera

donde una tarde azul fui dueño
del beso circular y sin escamas
de una estudiante anónima y soltera.


(Imprescindible abrir las cristaleras
para sentir sus raíces)

11.4.06

La Moda




Artículo publicado en el semanario AVUELAPLUMA (Cáceres)

La moda

Las modelos están de moda. Sobre todo las de talla 34. Todo en la vida es moda y toda moda impone sus gustos: este año se llevarán los estampados, los velos y transparencias, las faldas largas y plisadas, los ojos blancos.

Las pasarelas nos traerán novedades: las telas se ceñirán a la piel, predominará el negro, primarán las formas geométricas. Será una moda acorde con los tiempos, muy urbana y asequible al bolsillo.
Diseñadores de todo el mundo pasearán la moda por los grandes salones de belleza. La moda íntima llenará las portadas de las revistas. Las colecciones más atrevidas vestirán los escaparates de las grandes ciudades.
Pero no hay moda que resista al tiempo. Lo dijo Benedetti en forma de graffiti: “Las modas pasan, los escombros quedan”.
La moda tiene sus estaciones favoritas. Moda de otoño. Moda de entretiempo. Ya es primavera en El Corte Inglés; visite la moda joven.
Basta con una talla 34 para estar de moda. Pero, como casi todo en la vida, también la moda es efímera.
Hay top models que pasan de la moda y buscan en las corseterías nuevos patrones para sus sueños olvidados. Hay modistas que toman medidas ante las nuevas tendencias de la moda. Niñas que sueñan con la moda y desfilan con garbo por los pasos de cebra de las avenidas.
En las tiendas de moda hay maniquíes vestidos de rojo que nos invitan a pasar y a probarnos sus ropas. Pero tan sólo algunas jovencitas pueden disfrutar esa moda.
Todo en la vida es moda, pero la moda no es cosa de ahora. Ya lo dice la copla: “Antigua la moda es / a los héroes y a los justos / los matamos a disgustos / y los lloramos después.

Vuelvan a leer el texto sustituyendo la palabra “moda” por la palabra “muerte”

9.4.06

La noche de las libélulas. XI Aniversario del Museo de la Casa Lis



Antes de dar cuerda a mis palabras permítanme una reivindicación:

Expoliar –dice el diccionario– es despojar con violencia o mala fe.
Aunque “El expolio” es un nombre que hace justicia a la verdad histórica del archivo y a los legítimos propietarios de los documentos, la Casa Lis siempre tendrá su sede en la Calle Gibraltar.



Si al abrir la boca –dice Juan José Millás– en lugar de palabras, nos salieran libélulas, estudiaríamos entomología para conocernos mejor. Pero las palabras son también formas biológicas perfectamente articuladas que segregan ideas, como las serpientes veneno o las abejas miel.

Tal vez en mis palabras reconozcan una dosis de veneno y muchas cucharadas de miel. Prevengo, de esto último, a los diabéticos.

Es una suerte que Manuel Ramos Andrade –Manolo como le gusta decir con familiaridad a Pedro Pérez Castro, director del Museo-, no fuera entomólogo. Porque en vez de arte nuevo y decorativo, el Museo exhibiría en sus vitrinas toda suerte de especies exóticas o raras de ortópteros y lepidópteros prendidos en sus respectivos lienzos con alfileres.

Hoy, en cambio, el único insecto que llevamos con orgullo prendido en la solapa, es la chapa con el icono de la Casa Lis, la libélula.

Siempre me fascinaron las libélulas. Y a una gran amiga y escritora, Susana Barragués. Uno de sus libros lleva por título Libélulame y en él revolotean las palabras con destellos de diferentes colores. Uno de sus poemas dice así:

A las tantas de la luna
que cuelga
todas las ausencias tienen
su salida de emergencia
al final de los pasillos.

El insomnio se convierte
en tiempo
no catalogado, perdido
contra la luz de la nevera
en la noche que espío de puntillas
con la ciudad dormida
abajo,
el sueño se embotella
se detiene, titubea
parece
insoportablemente lento.

Entonces va y estalla una libélula

Las libélulas son auténticos prodigios de la tecnología. Y puro equilibrio: vuelan hacia delante y hacia atrás en línea recta, suben y bajan verticalmente, se detienen ante nuestras miradas.
Son helicópteros a escala teledirigidos con el invisible mando de la imaginación.

¿Quién no ha visto en alguna laguna el reflejo de una libélula? ¿Quién no ha asistido al instante en que, con vuelo rasante, introducen su abdomen en el agua para realizar la puesta?

Las libélulas tienen hasta 30.000 cristalinos en los ojos y obtienen una imagen parecida a una fotografía de grano muy abierto. De modo que, cuando vean una libélula, déjense mirar por ella. Traten de seguir su rastro. Vean durante unos instantes el mundo a través de sus ojos. Sientan el motor de sus alas y de su diminuto corazón; su escurridiza sombra.

Creo que fue un acierto elegir la imagen del broche de René Lalique, cuyo nombre original es “Dragonfly” (Dragón volador) como imagen del Museo.

Adviértanse las notables coincidencias que existen entre la vida de la libélula y la vida de la Casa Lis:

Las libélulas se dividen en dos subórdenes: los caballitos del diablo y las verdaderas libélulas.

Los caballitos del diablo –a pesar de sus 30.000 cristalinos- tienen dificultades para ver y controlar sus movimientos en situaciones difíciles. Las verdaderas libélulas tienen una mirada transparente y son constantes en el vuelo

Más de 5.000 especies de estos insectos sobrevuelan el mundo. Una media de más de 120.000 visitantes anuales de todos los lugares del mundo sobrevuelan el museo.

Las libélulas viven cerca de los ríos. La Casa Lis comparte luz con las aguas del Tormes.

La libélula, cuando sale del huevo es una ninfa y tarda años en abandonar su funda, ventilar sus alas y lanzarse a un vuelo cargado de dudas. Esta es una etapa conocida como de emergencia.

Aníbal Núñez y Pepe Ledesma describieron el abandono de la Casa Lis, que tras años de ruina, emergió de aquel estado y echó el vuelo. Dice Ledesma en su Memoria de la hiedra:

¡Cuánta ruina en la ausencia
y cuántos azulejos de herrumbre!
que ayer fueron caricia de unos ojos
que ahora en desmayo pueblan
esas viejas pisadas del olvido, [...]

La libélula tiene que sobrevivir a los depredadores de todos los tipos y tamaños ansiosos por comer insectos:

Hace años, con ocasión del cierre del Museo escribí:

El cazador de libélulas se atusó el bigote con ademán altivo. Era tal su destreza en las técnicas de depredación que contrató a un equipo de entomólogos para inventariar, organizar y administrar cada una de las piezas logradas.
A pesar de todo hubo una libélula que nunca fue capaz de apresar: la de la Casa Lis.

Y por último, la libélula es capaz de enfrentarse a enemigos mayores que le doblan en tamaño y fuerza.

De esto último son testigos muchos hombres y mujeres anónimos.


Permítanme, por último, un pequeño homenaje a las libélulas, de la mano de algunos poetas:

El escritor japonés Shinanomachi dice en su texto “Poesía cerca del agua”:

Uno de los nombres del Japón antiguo fue Akitsushima, la isla de las libélulas.
La caza de la libélula era una especie de cultura infantil. Pero esa multitud de libélulas hace mucho que han desaparecido de los cielos de Tokio. Las libélulas rojas se han convertido en aerolíneas, y las luciérnagas han cedido su paso a los avisos de neón. Tristemente, parece que con las libélulas se ha ido el espíritu poético del pueblo.

El poeta Juan Carlos Mestre dedica un poema a la libélula del que les muestro algunos aleteos:

Yo tenía una libélula en el corazón como otros tienen una patriaa la que adulan con la semilla de los ojos
En aquel tiempoyo tenía el sueño de una libélula entre los juncos del corazón.Yo tenía la costura de una libélula en el corazónYo solo tenía una libélula en el corazón como otros son hermanos del vértigoy llevan la aorta de las constelaciones acogida en sus sienes.

José Juan Tablada piensa en voz alta:

Porfía la libélula
Por prender su cruz transparente
En la rama desnuda y trémula...

Un discípulo del poeta japonés Matsuo Basho escribió:

Exenta de alas
esa roja libélula
sería gajo.

Y el maestro le corrigió:

Si un par de alas
brotaran a ese gajo
sería libélula.

Y José Zacarías Tallet afirma:

Yo soy un raro injerto de sapo y de paloma,
con algo de serpiente, con algo de león;
un poco de libélula, un mucho de carnero,
cuatro pelos de gato y de cisne un plumón.

[...]

Intenta la libélula volar a la región
soñada en que presiente la flor de la ilusión.


Ojalá que todos ustedes persigan y encuentren su ilusión más querida, en esta noche llena de libélulas, y que en ningún caso esa ilusión sea efímera o vana, como la de la princesa triste de Rubén Darío.
Gracias a todos por compartir esta fiesta. Gracias a los Amigos de la Casa Lis por su trabajo. Gracias a Pedro por su generosidad.
Disfruten de la música, vuelen de un lado a otro del Museo. Esta noche, más que nunca, son ustedes libélulas.

Cuestión de equilibrio. XI Aniversario del Museo de la Casa Lis


La vida es una cuestión de equilibrio. Una búsqueda constante del sustento, de la ecuanimidad, de la mesura, de la sensatez en los actos y juicios.

Buscamos el equilibrio cuando echamos a andar en los primeros años de vida. Lo perdemos en la cuerda floja de las dudas y problemas, tras una noche de alcohol o ante el vértigo de la realidad y del futuro.

Buscamos la estabilidad al final de la adolescencia y en el matrimonio. Ansiamos el júbilo y la armonía en la madurez tras muchos años de trabajo.

La naturaleza nos enseña a administrar el equilibrio. Los médicos nos recomiendan una vida equilibrada. Los acróbatas y trapecistas nos demuestran que el equilibrio total es posible.

La fachada sur de la Casa Lis es puro equilibrio, una acrobacia de estilo que se alza sobre la antigua muralla.

También muchas de las piezas de este museo, como la bailarina de antorchas, la encantadora de serpientes o la baquesa –con dos racimos de uvas en las manos y apoyada sobre una sola pierna – , reflejan la búsqueda constante del equilibrio y la belleza en el artista.

A pesar del abandono y la ruina de los años difíciles, la Casa Lis se mantuvo sin caerse y recuperó su equilibrio.

Y todos, después de unos años de falta de equilibrio en el Patronato, hemos sabido reconocer la importancia de la armonía, la sensatez y el orden para abordar el futuro de la Casa Lis con esperanza y orgullo.

Una de las piezas que mejor ejemplifican el equilibrio que todos deseamos es el arlequín trapecista.

Manuel Ramos Andrade conservó este arlequín acróbata en el salón de las muñecas de su casa, tal vez porque encerraba en la mirada algún recuerdo.

Este es uno de los muchos juguetes, gastados por el uso, que hace años exhibía el escaparate de alguna de las tiendas de los Campos Elíseos de París.
A él le dedico este poema titulado “Equilibrio”:

Suena la música y el arlequín
inicia su acrobacia en la escalera.
Su mirada profunda, de madera,
lleva escrito en el dorso un amor sin

riesgo ni equilibrio. Busca algún fin
en la armonía dulce y verdadera
de su número, en la inusual manera
de resistir al tiempo y al serrín

Con pulso y precisión de relojero,
sustenta su tristeza con un brazo
y una interrogación sobre la frente.

Qué afortunado el padre con dinero
que, envuelto en una caja y con un lazo,
regalara a su hijo tal presente.

29.3.06

Mayo del 68



Cualquier tiempo pasado
(Mayo del 68)

“Bajo lo adoquines está la playa”

Hacia mil novecientos sesenta y ocho las mocedades de Oriente y Occidente descubrimos

una cosa sorprendente, mágica, estupefaciente, atroz, milagrosa y única:
los jóvenes descubrimos la juventud.

FRANCISCO UMBRAL



Se echaron a la calle como perros
que borran con su orina otras meadas,
buscaron en el sexo coartadas,
firmaron en su carne testaferros.

Ellos, quizá, como martines fierros
ellas, tal vez, giocondas operadas,
mojaron en sus besos las caladas
del tiempo y del amor, pobres gamberros.

La calle fue su hogar y su trinchera,
el sueño por cumplir, fiel aliado,
la libertad su himno y su bandera.

No fue mejor cualquier tiempo pasado,
ni el cuento fuérase jamás que se era.
Hoy el futuro es de papel mojado.

Inédito

1.3.06

Animación en el Aula

“Las modas pasan, los escombros quedan.”
(Mario Benedetti)


GRACIAS POR SU VISITA es un proyecto global de Animación en el Aula estrechamente ligado a las disciplinas de Lengua y Literatura, Arte, Historia y Comunicación (el proyecto comprende recitales de poesía, charlas con estudiantes, talleres para profesores y alumnos, y comunicaciones)
Cada una de las propuestas son fruto de la experiencia y el trabajo con niños, jóvenes y profesores durante más de diez años y en diferentes ciudades.
Alguno de los talleres han sido desarrollados en Centros de Formación e Investigación Educativa como el C.P.R. de Zamora (Didácticas de la composición escrita en el aula de Primaria: Planteamientos Metodológicos) o el CEFIRE de Ontinyent, Valencia, (I Jornades d’animació lectora: Encontres amb la literatura), en Instituciones como la Fundación Germán Sánchez Ruipérez (en sus sedes de Peñaranda y Salamanca), la Biblioteca Pública “Casa de las Conchas”, la Escuela de Escritura Creativa “Letras en Letra” y en Colegios e Institutos de Ávila, Zamora, Valencia y Salamanca.
Espero que sean de su agrado. Muchas gracias.


Recitales
“Poema es esto y esto y esto.”
(Juan Larrea)

Objetivos: Desconcertar, sorprender, provocar, enfadar, entusiasmar y enamorar a los presentes.
Destinatarios: Profesores, padres y alumnos
Menú a elegir:
Por palabras (Poemas y anuncios clasificados): JOVEN POETA BUSCA...
Poesía de cartón: La poesía –como la vida– también puede ser una tómbola (o un bingo).
Recital para cual: Por un oído te entra y por el otro también. Música y poesía.
Proceso de amor: En ocasiones un libro de poemas es la mejor excusa para ligar.
El club de los poetas vivos: 6 personajes en busca de amor. Abstenerse curiosos.
Salamanca “la blanca”: Homenaje a la ciudad.
Duración de cada recital: 1’00 hora
Lugar: Salón de actos o aula
Recursos: Atril, silla, mesa y megafonía

Talleres
“Y trató de imaginar como se vería la luz de una
vela cuando está apagada.” (Lewis Carrol)

Objetivos: Incentivar el interés por la literatura y la comunicación, proponer recursos y técnicas para la animación en el aula, afinar la imaginación y la fantasía y desarrollar habilidades para la escritura.
Destinatarios: Profesores y alumnos
Menú a la carta:

Para profesores (15 máx):

El sacapuntas: 6 horas. Recursos para la animación en el aula.
La literatura en el siglo XV: 6 horas. Modelo de Unidad Didáctica
Si yo fuese Dios: 4 horas. Animación a la Poesía de la mano de Ángel González
Duración : 4’00 y 6’00 horas
Lugar: Aula o biblioteca
Recursos: Video, reproductor de cassette y compact disc y retroproyector

Para alumnos (20 máx):

Taller de Escritura: “La oficina de objetos perdidos”: 8 horas. Una misteriosa oficina es la mejor excusa para aprender a escribir y vivir toda serie de aventuras.
Primaria.
Taller de Poesía: 4, 6 y 8 horas. La poesía es un arma cargada de futuro (Gabriel Celaya)
Secundaria y Bachillerato
Taller de Narrativa: 8 horas. Érase otra vez... (Dale forma a todos tus sueños y fantasías).
Secundaria y Bachillerato.
Taller de Prensa: 6 horas. ¿De qué está cargada la tinta de las noticias? Un periódico a medida.
Primaria y Secundaria.
Taller de Comunicación No Verbal “Los cinco sentidos”: 2 horas. Toca, oye, degusta, olfatea, mirando y descubre tu sexto sentido.
Primaria.
Duración : 2’00, 4’00, 6’00 y 8’00 horas
Lugar: Aula o biblioteca
Recursos: Video, reproductor de cassette y compact disc y retroproyector

Charlas
“El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender.” (Montaigne)

Objetivos: Despertar la curiosidad y el interés por la lectura, la poesía y la historia de Salamanca y proponer alternativas para el tiempo libre.
Destinatarios: Profesores y padres
Les aconsejo:
¿Por qué escribo poesía?: Relato interactivo sobre mi experiencia en el ámbito de la poesía.
Poesía eres tú: Una visión actual y sin complejos de la poesía de hoy.
Yo leo, tú lees, Bruce lee: Los efectos secundarios de la lectura. Mis libros de cabecera.
Un paseo por Salamanca*: Un viaje audiovisual por el presente y el pasado de nuestra ciudad (ver recursos)
Duración de cada charla: 1’00 hora
Lugar: Salón de actos o aula
Recursos: Ordenador con acceso a Internet y lector de CD-Rom, cañón y pantalla (*)

Comunicaciones
“Bajo la lluvia, despliego un mapamundi”
(Joan Brossa)

Objetivo: Fomentar el debate sobre cuestiones
relativas a la comunicación y la enseñanza fuera
y dentro del aula
Destinatarios: Profesores y padres
Menú a elegir:
¿Profesor o maestro? La voluntad de enseñar
¿Para qué sirven las palabras? Este trabajo obtuvo el II Premio de Ensayo organizado por la Facultad de Educación (Universidad de Salamanca) en el año 1999.
La responsabilidad y la ética en la radio.
La radio como animal de compañía.
La prensa en la escuela. Informar, formar y entretener: principales deberes del periodismo.
La televisión de hoy. ¿Mantener fuera del alcance de los niños?
¿Son malos tiempos para la lectura? Tal vez no
Duración de cada ponencia: 1’00 hora
Lugar: Salón de actos o aula
Recursos: Video, reproductor de cassette y compact disc y retroproyector

Para contratar alguna actividad o más información:
raulvacas@mixmail.com

© De la idea y diseño del proyecto: Raúl Vacas Polo
© De la fotografía: Chema Madoz

Vademecum


Ardine, Alugelibys, Aspirina,
Ornade, Frenadol, Polaramine,
Feldene, Mucorama, Betadine,
Bio-Hubber, Oralsone, Buscapina,

Prozac, Celestoderm, Maxicilina,
Septrín, Cefalexgobens, Augmentine,
Saldeva, Ferromorgens, Oraldine,
Vaspit, Oftalmolosa, Biodramina,

Isdinium, Hibitane, Nolotil,
Fluidasa, Termalgin, Rinofrenal,
Orudis, Tanakene, Clamoxyl.

Adiro, Conductasa, Senioral,
Profer, Optalidón, Gelocatil,
Zantac, Aureomicina y Hemoal.

28.2.06

Fachada



Salamanca no es, o no debiera ser, una postal con vistas, franqueada; ni mucho menos una pancarta con palabras ajenas que no se prestan al propósito popular.
Salamanca es, o debiera ser, mucho más que su pasado. Debiera ser maravillosa y renaciente; blanca como en la canción pero, a pesar del tiempo, su presente y su futuro se resumen, una y otra vez, en palabras, titulares y pancartas que hacen válido el verso de Manrique: “cualquier tiempo pasado fue mejor”.
Dadle un punto de apoyo, y con su ilegítima palanca, Lanzarote moverá las ideas y las voluntades de los salmantinos con su mano siniestra. Esa es la política de nuestro ayuntamiento: la oscura búsqueda de los puntos de apoyo y los favores de los salmantinos a cualquier precio.
Y ese es el sentir, desgraciadamente, de quienes a diario rompen lanzas a favor de Lanzarote; imantados por su beligerante propaganda y el pensamiento único de su partido.
Las pancartas, dice el diccionario de la RAE, son “cartelones de tela o de cartón que se exhiben en reuniones públicas y contienen letreros de grandes caracteres, con lemas, expresiones de deseos colectivos, peticiones, etcétera” Pero la pancarta que ha salpicado de recuerdos y de odios el balcón de la Plaza Mayor no llevaba impresa una petición ni un deseo colectivo, sino la huella del lema con que Unamuno hizo frente a la incultura de la muerte y de la fuerza.
La Plaza Mayor de Salamanca, la misma que hace tan sólo unos meses exhibía con orgullo sus doscientos cincuenta años en la pasarela del mundo, ha lucido otra facha, otro traje.
Inseminar en los carretes y en la memoria de los turistas las medias verdades, es una forma zafia de mostrar una imagen velada de Salamanca y el deseo, reiterado, de no revelar la verdad.
La justicia no distingue vencedores de vencidos. La justicia busca el equilibrio y la ecuanimidad. La justicia ha observado, desde lo alto de la espadaña del Ayuntamiento, las palabras que embadurnaban el balcón, usadas sin derecho ni verdad.
La palabra “ayuntamiento” significa: “juntar, añadir, aunar”, pero el nuestro desune y divide en vencidos y convencidos a salmantinos y catalanes y excava la memoria de los Bandos para hacer un parking.
Salamanca no es el Archivo, ni el Archivo es Salamanca. El Archivo es tan sólo el desván de una memoria que custodia y honra a sus papeles y se olvida de sus dueños y sus muertos, muchos aún por exhumar.
El Archivo no es la imagen de Salamanca, es sólo una postal de la otra Salamanca: la que no enhechiza las voluntades sino los odios. La Salamanca que divide, que confunde, que no ayunta, que se sustenta con los nombres y palabras de los hombres que le dieron nombre. La Salamanca de la Calle Gibraltar que ofendió a la Casa Lis y defendió el Archivo. La de la Calle El Expolio.
Nuestros valores, nuestra historia común y nuestra dignidad no son el lema de una pancarta política, como tampoco las palabras de Unamuno.
La expresión es libre, incluso la de nuestro alcalde, pero la imagen no. Y la imagen de la Plaza Mayor, la imagen de Salamanca, la imagen de Unamuno, la imagen de los salmantinos, nuestra propia imagen es un derecho constitucional convertido en pancarta.
Que cada cual gobierne sus palabras y con sus palabras: “Quod Natura non dat, Salmantica non praestat”.

17.2.06

Érase otra vez...



CAPERUCITA. Insatisfecha. Pechos grandes.
Hoteles y domicilios. Tfno. 906422924


Y un día de verano, al mediodía,
Caperucita se quedó en la casa,
echó un par de costillas en la brasa
y puso el brécol al bañomaría.

Comió, fregó, se dio una ducha fría,
se puso el camisón de fina gasa,
llamaron a la puerta y dijo pasa,
creí que no venías, vida mía.

Luego de rematar la sobremesa,
llevó a su cama al joven cazador
y, en bragas, le propuso ser su presa.

Después él le quitó el sujetador
pero ella le advirtió con voz francesa:
Son cinco de los grandes, por favor.

El hombre... del café




El hombre… del café es un proyecto acabado y listo para llevar a imprenta, después de un proceso largo de trabajo.
Hace dos años, Mario Martín, director de Amarú Ediciones, se interesó por los cuadernos de trabajo del escultor Aquilino González. En dichos cuadernos (más de 50) se resume su actividad diaria durante largos años: dibujos, notas, fechas, recortes, apuntes, teléfonos, bocetos... todo cuanto en el día a día llegaba a las manos de Aquilino pasaba a formar parte de su cuaderno.
El proyecto inicial consistía en un álbum con una selección de ilustraciones pero Aquilino hizo partícipe del proyecto a Raúl Vacas para que se encargara de poner voz a las imágenes.
Después de un largo periodo de selección y de organización del material de trabajo se compusieron diferentes series de ilustraciones, atendiendo a criterios de estilo y de temas.
Posteriormente se añadieron los textos y se agruparon y ordenaron en dos volúmenes con los títulos de Instantáneo y Soluble.
Dichos títulos, junto al de El hombre... del café, reflejan el modo con que Aquilino realizó su trabajo y forman parte de la personalidad de su autor. Aquilino González, gran amante del café, emplea dicho elemento para dar color y textura a la mayoría de sus ilustraciones, en algunos casos simples apuntes instantáneos y en otros formas mucho más solubles, trabajadas con técnicas mixtas: aguadas, acuarelas.
El resultado es un libro (dos volúmenes) con gran variedad de ilustraciones y con textos de diferentes formas métricas (haiku, égloga, soneto, verso libre, prosa), además de una serie de propuestas poéticas visuales.

Financiación
Conscientes del coste que supone la edición del libro, autores y editor buscan diferentes modos de cofinanciar el proyecto con instituciones castellano-leonesas vinculadas a la poesía y el arte.

* * *

El hombre busca solo la razón
de sus sueños, la noche mineral,
la piel domesticada en la costumbre.
Busca tal vez la luz del corazón,
busca el amor, el mar, algún retal
del tiempo consumido por la lumbre,
huye de la tristeza y de la herrumbre
que sobró del pasado,
del laberinto usado.
El hombre mira, aprende, continúa
dormido en los extremos de la grúa
del miedo, de los días sucesivos.
El hombre solo actúa
piensa en la muerte, busca sus motivos.


Nada y todo

a Pepe Hierro


En el principio tal vez fue la nada:
un hombre, una mujer, la vida, todo,
el árbol de la muerte y, sobre todo,
las huellas de regreso, el tiempo, nada.

Tal vez en el final sea la nada
-incógnita y excusa para todo-,
la que venza al amor después de todo
e imponga su memoria blanca. De nada

sirve que el olvido administre todo
lo que el hombre sueña en vano. De nada
el corazón, la suerte y, pese a todo,

la carne amarillenta de la nada.
De Dios no quiero nada, de ti todo.
Aquí tienes mi piel. Gracias. De nada.

14.2.06

Entre líneas


Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal,
donde queda tu oficina para irte a buscar.

JOAQUÍN SABINA



Gran Vía, Noviciado, Fuencarral,
Pacífico, Pirámides, Colón,
Argüelles, Avenida Ilustración,
Aluche, Lavapiés, Ciudad Lineal.

Legazpi, Herrera Oria, Tribunal,
Cuatro Caminos, Diego de León,
Vicálvaro, Gregorio Marañón,
Miguel Hernández, Sol, Mar de Cristal.

Santiago Bernabeu, Ascao, Ventilla,
República Argentina, Chueca, Urgel,
Valdebernardo, Plaza de Castilla.

Tetuán, Prosperidad, Carabanchel,
Usera, Plaza Elíptica, Sevilla,
Moncloa, Atocha Renfe y Opañel.

9.2.06

Ver al dorso


Trece maneras de mirar a un muerto


Ver al dorso es una plaquette inédita.


La muerte está dentro de uno, conoce nuestros huesos. Es una sombra con oficio, dulce, apasionada, que gusta de salir de vez en cuando por la boca para traernos el horror y la mentira y el sudor del invierno.
La noche, la verdadera noche del maldito, es un recuerdo de la muerte, un anticipo de la tierra y de sus ruidos que huele a porcelana y electrones.
Por eso, con la luna, cuando los gritos se acomodan en los cines del sueño los hombres se confunden y suicidan detrás de algún fracaso.
La muerte nos conoce uno por uno. Tiene un estilo personal e inconfundible que la hace tan terrible como hermosa. Cada poema, cada beso, cada orgasmo son revisados con minucia por la muerte. Y cuando surge alguna duda o un amor y el miedo nos aplasta, la muerte fuerza un poco más su rosca y nos morimos tres centímetros y pico.
Yo sé de una mujer de algún lugar a quien le hicieron la cesárea antes de tiempo y por allí se le salió la muerte. Poco después una enfermera del hospicio nos dijo que la vio, que huyó tres pisos más arriba hasta la planta de los locos para jugar con una niña rubia de dos años que se perdió en el mar.
Ayer hice el amor con una camarera en los pasillos de la morgue. Tenía la mirada descompuesta y huía de una sala precintada donde había un muerto. Después me confesó que estaba a punto de morir, que se ponía cloroformo en las mejillas para atrapar los labios de los hombres y que la muerte está vacía por dentro.
Quizá la solución para la muerte sea nuestro amor constante más allá de la vida y los espejos, reconocer el ruido de los gatos en las calles asfaltadas de los camposantos, perfumar los pistilos de la flores que oxidó la memoria.
No sé al final que contesté cuando el maestro nos propuso definir la muerte en una hoja de examen. Lo cierto es que hubo muchos estudiantes que anotaron crucigramas de revista, que despejaron fórmulas absurdas y que plagiaron versos de Panero.
Cuando me muera apuntaré paso por paso la maquinaria de la muerte. Redactaré con mil detalles las sustancias de su prisa y de su efecto. Les contaré, por fin, por qué es tan seria, por qué nos acomoda en el olvido y todo lo que ustedes me pregunten.
Después, cuando los timbres suenen, yo cruzaré el semáforo tranquilo, feliz como un borracho.

(Publicado en el semanario TRIBUNA Universitaria con el título “Spot sobre la muerte” el 18 de febrero de 2002)



Todos los poemas que contienen la palabra muerte
producen un profundo y placentero sueño


Hay un muerto en el fondo de mi cama. Un muerto
que me dice que es allí dónde a diario duerme.
Que siempre ha estado ahí, como la noche. Que al apagar
la luz se asoma al interior del hombre para darle
fecha y forma.
Que en la profundidad del sueño, que también es un mar,
hay miles de cadáveres despiertos.
Que en todos los colchones de todos los hombres
de todos los mundos hay signos evidentes de los muertos:
nubes enfermas y apretadas, crisálidas, suspiros.
Que están allí para arroparnos cuando llueve.
Que temen que algún día algún anciano insomne
prenda las sábanas donde vivió la muerte.
Que piden en silencio que no limpien
sus perfumes y sus nombres.
Que nos invitan a abrazar sus sombras.
Que un día le contaron a los ciegos
cómo hay que hacer para tocar sus rostros.

* * *

La mujer de la limpieza

La mujer de la limpieza dio órdenes precisas de que sacaran al muerto. Era tal su obsesión por la higiene que vació seis litros de lejía para fregar, con la destreza y con la asepsia de un dentista, los rastros de la muerte.
Después de repasar la habitación, de recoger las heces de la cama y enjabonar al muerto con perfumes, se retiró a pensar, pero tampoco en su cabeza había huella alguna de la vida.

Corte y confección


Ofelia

Nunca la noche estuvo tan hermosa como cuando la tísica flotó, aguas abajo, escoltada por un banco de sardinillas que jugaban a pasar entre sus dientes tan blancos, con los cabellos enredados de algas y lotos y los brazos extendidos como alas.
Sin embargo, el forense indicó a los guardias que impidieran a la gente acercarse por miedo a que la muerte les contagiara su estética, y en las noches venideras se las pasara levantando cadáveres en un pueblo tan impresionable.

Isabel Castaño


Sabuesos

Las madres de Rodas tienen la nariz alargada como un perro de caza y encierran en ella un laboratorio con el que descifran y manipulan el ánima de sus hijos.
Las madres de Rodas son capaces de oler y capturar la esencia de la risa, que es un unte colorado que lustra la piel de las mejillas y curva la comisura de los labios, y con ella se embadurnan los domingos rodillas y codos para acudir risueñas al baile.
Las madres de Rodas destilan el miedo, gélido y gris, que tiene sonido de huesos sueltos y castañuelas en los dientes y agranda los ojos y los asombra, y lo atrapan en calabacillas con las que espantan lobisomes, enlutados y raposas.
Las madres de Rodas atemperan la calma, un sedante azul de olor templado que vigilan a menudo, porque si comienza a oler a caramelo tostado se convierte en desgana y ablanda las ternillas del niño y lo vuelve marrón y singüeso.
La inquietud y la angustia, con su olor a palomar, las atrapan con añagazas de hembra, y cuando una madre de Rodas lo huele sabe que una paloma anida en el pecho de su hijo, y zurea amorosa y saca pechuga para engañar al pájaro prometiéndole palomares más anchos y habitados, y la paloma, envidiosa, se traslada al suyo.
Saben las madres de Rodas que en los rollos del cuello del niño cuando sestea está el olor más dulce, como de miel templada al sol, y con él doran pestiños y garrapiñan almendras que le ofrecen cuando despierta.
Con el olor de los pies de sus hijos, que son de tierra y desprenden el aroma de las piedras de arcilla cuando les echas el aliento, las madres destilan pachuli para engatusar a los hombres, y con el de las manos, tan aéreas, ambientan sus casas y barren el rastro a pócima de sus cocinas.
Las madres de Rodas tienen la nariz alargada de un sabueso, e intercambian entre ellas los ungüentos y esencias que extraen del cuerpo de sus hijos formando un extraño arco iris en las alacenas.

Isabel Castaño


Un paso

Distancia recorrida en cada movimiento al andar

Hoy hace frío, amor.

He caminado al bosque de los sueños
con el ánimo de hallar, tras la maleza,
al lobo de las cacerolas.

Tal vez no queden números,
respuestas, pasos, malvavisco que cortar
mientras derramo la mirada
entre las zarzas tristes como las lechuzas.

Llegará, cuando muerda las raíces tiernas,
el tiempo de los cazadores
que esconden su fortuna en las veletas
y te diré, quizá, que soy y he sido.

Hoy hace frío, amor

Un frío que recuerda a las caricias
de los muertos de ciudad,
a los cabos del tiempo y la memoria,
a fragmentos de lluvia y armaduras.

Hoy hace frío amor, hoy hace frío.
Vuelvo al hogar,
y hay lumbre en la ventana.



Siete pasos

p.us. Repaso o explicación que hace el pasante a sus discípulos,
o conferencia de esos entre sí sobre las materias que estudian.


Despertad a la rosa, al ganso, al hombre escandinavo,
al perro del infierno. Tomad en posesión todos
los úteros, todas las latas de conservas,
toda la lluvia de los aspersores.
Perdonad al amor y a los bastardos
cuando mude sus pieles.
Levantad vuestros ojos por encima del mundo.
Llorad en broma.
Vigilad el pulso de los elefantes machos
que sueñan con oboes.
Escribid al lado del poema.
Mordedlo, cabreadlo, destruidlo incluso.Resucitad, amigos, resucitad.

Raúl Vacas

Tenemos que advertirles de que éste no es un libro como los otros. Éste tiene espinas, encierra dentro el número de nuestro pie, la medida del tiempo recién muerto, las huellas del forense, el perfume de los cuerpos que contagia por inhalación y no tiene cura conocida. Éste es un libro sin pespuntes, nacido de las sombras y la sangre espesa, del corazón del sastre, del rencor del rayo, empollado de noche en un nidal oscuro y sin gallinas, criado entre las sayas de las viudas a la luz de la lumbre y las tormentas. Léanlo, o no lo intenten siquiera. Vivirán más años.

A la venta en: Víctor Jara (Salamanca), Librería Núñez (Zamora)

Proceso de amor



Premio de la Academia de la Poesía de Castilla y León en 1999.
Ediciones Mar Adentro (Amarú)


Un libro con una pretensión fundamental: llegar al público que aún no ha descubierto el trébol de cuatro hojas de la poesía.
Pero es también un libro indicado para quiénes sufren o celebran el más cotizado bien de primera necesidad que es el amor.
Nadie, de los que se asomen a estas páginas, podrá permanecer indiferente.
Pasen y vean.



“Un libro sin pudor -ni falta que hace-, donde la materia que somos no encuentra la paz, un libro decididamente carnal, aunque no sólo, un libro erótico, a veces lúbrico y voraz, un libro encendido por el mordisco de amor, la efervescencia”.
Mari Ángeles Pérez López
Profesora de Literatura Hispanoamericana


“Raúl habla del amor nuestro de cada día. Un amor que mendigamos por las esquinas, que recogemos, como en pedazos, y al que intentamos darle una forma que coincida con nuestro yo”.
Asunción Escribano
Profesora de Literatura de la Facultad de Comunicación


“El autor de Proceso de amor ha tratado aquí de indagar en los límites de la ternura y el distanciamiento entre los huecos del mundo y sus pasiones (inexacta mecánica) y ha ofrecido la emoción escrita bajo los diferentes planos de la ausencia, deseos de una geografía afectiva, nostalgias de un destino compartido.”
José María Barrera
ABC Cultural, febrero de 2000





CURSO PRÁCTICO DE LECTURA INTERACTIVA

A Óscar Olivo

Bienvenido al Servicio Internacional de Poesía Interactiva:
Si desea leer un poema de amor pulse la tecla número 2.
Si desea leer un poema triste pulse la tecla número 3.
Si desea llorar amargamente pulse la tecla número 0.
Si desea tan solo suicidarse, pulse el gatillo de una Magnum.
Si desea un poema de risa escríbalo usted mismo por favor
y si no desea nada pulse la tecla número 4 hasta que explote.
Después de la señal puede hacer la selección: Pi.
El número marcado no existe.
Por sobrecarga en la red rogamos vuelva a marcar
dentro de cinco minutos.
Son las 5 horas 25 minutos treinta y siete segundos
treinta y ocho treinta y nueve. Le habla la unidad 5.


ABRE MARÍA

Dios te salve mujer del cielo y de
la tierra,
de los hombres con quien sueñas
por la tarde,
de los perros con quien duermes
por oficio.

Bendita seas por tus pecados
entre todos
los hombres y mujeres
y bendita la tasa de tu cuerpo.

Santa mujer, hija de Dios,
ruega por nosotros, tan cabrones,
ahora y en la hora.


PROCESO DE AMOR

Y si después de tantos años no me amas
procederé contra ti judicialmente


POEMA CON TÍPEX

El m r, la n che os ur
la vi a y l muer e,
Di s.
Mi cor z´n r to sin ti.


PORQUE MIS DEDOS SON DE LA TALLA
DE TU PIEL

Plagio para Helga

Porque mis dedos son como alfileres
y tus caderas son de alta costura
voy a inventarme alguna arquitectura
para albergar tu frío y tus quereres.

Porque mis labios son como tú quieres
y tu pasión es álgebra madura,
no habrá rincón, ni piel, ni comisura
donde el amor no lleve sus placeres.

Porque tus ojos son como una mecha
y tu palabra es novia de mi almohada
voy a dictarte un nombre y una fecha

para quererte líquida y mojada.
Porque tu cuerpo es tierra y es cosecha
voy a invadir tu inútil madrugada.

Las palabras

Las palabras son extraños insectos que hacen sus madrigueras en los libros, los diccionarios y las personas y que, al igual que las abejas, acostumbran a pasearse por las flores y las cosas para aprender su sabor y endulzarnos la vida. Muchas de esas palabras las hemos visto crecer y han vivido tanto tiempo dentro de nosotros que ya las consideramos nuestras. Otras, en cambio, las descubrimos a diario en medio de una conversación, al fondo de la tele o tumbadas en el césped de los encerados. Las palabras son tan necesarias como el pan o la leche que tomamos en el desayuno. Y aunque en ocasiones nos persigan para clavarnos su aguijón, la mayoría de las veces revolotean cerca de nosotros con ganas de jugar y de contarnos cosas. Las palabras sirven para todo, incluso para abrir una lata de sardinas con guantes de boxeo o tocar el clarinete debajo del agua.

Al fondo a la derecha



Ya está en las librerías Al fondo a la derecha.
Este libro, editado por Caja Duero, es una antología de artículos publicados
por Raúl Vacas (bajo el seudónimo de eltiopaco) en el semanario
TRIBUNA UNIVERSITARIA, durante los años 1999, 2000 y 2001.


Isabel Castaño escribe en la portada del libro:

"Hay artículos que huelen a café de máquina, a sábanas pegadas, y a horas muertas […] y van de boca en boca como besos furtivos".
Así comienza eltiopaco este librito que construyó desde la clandestinidad de su telaraña. Aquella que tejía cada lunes al fondo a la derecha en Tribuna Universitaria. Durante tres años, esta araña laboriosa nos atrapó y zarandeó de una parte a otra envolviéndonos con sus jugos; tocando, como al arpa, nuestras fibras; encandilándonos con su palabrería de vendedor de fetiches y amuletos para la suerte; preparándonos como meros voceadores de sus encantos, porque nadie como eltiopaco sabe del poder contagioso del boca a boca.
Somos muchos los afectados por su locura, y es seguro que este libro reavivará el veneno que inoculó en nuestra mente. He visto a mi madre con los primeros síntomas: se ha hecho un gorrito de papel con el ABC y ha salido armada con la mano de un mortero para hacerse con un ejemplar de este libro.
Allá las Autoridades Sanitarias si no piensan hacer nada para impedírselo”.


María Jesús San José (Coordinadora de TRIBUNA Universitaria) apunta en el prólogo:

“A veces cierro los ojos y viajo hasta “el fondo a la derecha”. Allí me encuentro con el abecedario conjugado en pretérito perfecto de poesía; con el mejor lugar para descansar de la pirámide invertida, los titulares y las entradillas, y en el que poder disfrutar del placer de las palabras con mayúsculas, bien escritas y sentidas, ordenadas y bañadas de ilusión y trabajo.
El tío Raúl (Paco para los amigos) nos invitó en su rincón a compartir su vida, y de paso su poesía, su yo auténtico, su corazón rojo, y su canción protesta.
Te echábamos de menos, pero ahora nos regalas este libro para que nos ‘empachemos’ de ti. Gracias por existir, pero sobre todo por escribir.”

Para muestra, un par de botones:


Definir el amor
20 de noviembre de 2000

Llevo días buscando una definición para el amor. Al menos una respuesta que me tranquilice o una metáfora de saldo, pero nada. He navegado millas por Internet y por el diccionario. He releído un libro titulado Te amo y he vuelto a la primera hoja de mi agenda, pero tan sólo había cáscaras. Unos apuntes. Nada más.
He removido en los poemas de Cernuda, en los pronombres de Salinas, en el polvo enamorado de Quevedo, en las películas de Almodóvar, en los horóscopos del teletexto, en las canciones de Sabina, en los test del Super Pop, en El Cantar de los Cantares, en cientos de autodefinidos y hasta en las páginas blancas y amarillas. Y me he tenido que tomar una aspirina efervescente.
Difícil tarea la de cazar al vuelo la palabra “amor”. Ni hurgando en las cloacas de mis sueños, ni afilando mis neuronas, ni escuchando en un fonendo el corazón, ni entre las líneas de mi mano, ni detrás de la bragueta hallé una pista, una respuesta sólida.
¿A qué huele el amor? ¿A qué demonios se parece?
¿Qué es el amor? ¿Es una gota de agua en un cristal? ¿Es un vacío largo sin hablar? ¿Es una fruta para dos? Nada de cuanto oigo, leo o escucho me convence. Nada me saca de esta indecisión, de la terrible duda. ¿Es compartir un tallarín hasta juntar los labios? ¿Es un deporte de alto riesgo?
“Nada me dice la A, nada me dice la M, nada me dice la O, nada me dice la R”, escribe Félix Grande igual de escéptico. ¿Qué es el amor? ¿Leer a medias el periódico? ¿Andar a saltos entre el tráfico? ¿Cantar hasta quedar afónicos?
Ay. Si alguien me dijera con palabras qué se ama cuando se ama. Si alguien me contara que el amor no tiene límites, que un día hace su nido en nuestro ombligo y crece como un árbol o huye cualquier noche como un ave migratoria. Ay, el amor. Ni Hegel, ni Pitágoras, ni Gauss supieron despejar con éxito la incógnita y abrir la caja de Pandora.
Ay el amor de Jeremy Iron por Lolita, el amor con IVA de las prostitutas, el amor de ultramar de los pescadores, el amor sin red de los funambulistas, el amor del psicópata, el amor reumático de los ancianos, el amor en Braille, el amor imposible, el amor de los solitarios, el amor del suicida, el amor del loco, el amor de los recién casados, el amor de los homosexuales, el amor de los poetas, el amor de los cardiólogos. Ay, el amor.


Pongamos que hablo
4 de diciembre de 2000

Hoy escribo en el autobús como los novelistas más vendidos o los articulistas de la prensa del domingo. Es hora de comer. Delante, una mujer desconocida llora sola. Al lado está Miguel regando la mirada en un poema babilonio. Hoy no discrepa sobre nada.
Es una sensación extraña la de recorrer kilómetros y palabras escuchando las conversaciones anejas y ajenas, administrando el sueño de Madrid y los pecados capitales, untando el corazón con la película del autobús que casi nadie mira.
Hoy en Madrid el cielo es del color de las aceras. Llueve sin prisa. Los coches han tomado la eme treinta y desfilan veloces y apretados como los ñus del Serengeti.
Y también la memoria tiene su autopista y su peaje, y por allí transitan los recuerdos como coches de choque.
Atrás queda la gran ciudad, el frío de sus áticos, las cervezas que importan en Santa Ana, los libreros de la Cuesta de Moyano, el crujido del otoño en el Retiro, las rebajas del metro, los charcos de la Plaza y el reloj de Sol.
Todo parece distinto en Madrid. El Madrid de los Austrias y de los Borbones. El Madrid insólito con sus tiendas de fajas y licores carísimos, con su olor a café y a gasolina, a cartón empapado y a manzana de feria. El Madrid rubio y moreno de las chulapas. El Madrid noctámbulo y ambiguo de Sabina. El Madrid impersonal y terrible de los vagabundos y los hombres de traje gris. El Madrid atlético y real.
Madrid me gana el corazón. Allí la vida es de otro modo. Allí la realidad es más confusa y fascinante, como el telediario del Milá o una película subtitulada.
Y en medio de esa algarabía, uno siente que es el dueño de una historia anónima, que es uno más en esa cabalgata del trabajo y la rutina, que el tiempo allí es más caro que las prostitutas, que nadie teme al silencio, que los pájaros no dicen ni pío y los taxistas ponen precio a cada paso.
Todo es orégano en Madrid. Allí no puedo gritar, no puedo caminar sin gafas, no puedo contar chistes en el metro. Tengo que atar cada palabra, desenvolver mi soledad, morirme un rato. Pero me encantan los murciélagos del Ritz, el ruido del teatro, el sueño de los árboles, la luna urbanizada.
Un día de estos, cuando acabe la carrera, me mudaré a Madrid. Alquilaré una habitación en Fuencarral o Antón Martín con vistas al futuro. Me anunciaré como poeta en Internet. Aprenderé a bailar el chotis y el cuplé. Y a dormir de un tirón. Y a deshacer el nudo de corbata. Y a decir hasta luego.
Y puede que algún día compre un piso, allí en Madrid, y me hagan presidente de la comunidad de vecinos, y me aprenda los bares que hay en Huertas, y me encuentre a Belén en medio de un atasco y la vuelva a besar en la boca del metro.
Hoy escribo en el autobús, con Miguel a mi lado, con una mujer que llora porque murió algún familiar, con un señor que habla con su móvil y bosteza consonantes, con el recuerdo aún reciente de Madrid.
También en Salamanca el día es triste como papel de celofán. Quizá me quede aquí toda la vida. Quizá me pudo la aventura de ser náufrago en Callao. Quizá esta noche juegue al Monopoly con mi hermana. Madrid empieza con eme y termina con te.


Elegía concentrada
5 de febrero de 2001

Para qué negarlo, me gustan las mujeres. Todas. De aire, de tierra y de mar. Todas. Me gustan con dieciocho, con treinta y tres y con sesenta y pico.
Me gustan con vaqueros, con faldas y a lo loco, con peinado llongueras, con horquillas azules, con pijama de raso. Altas, tristes, silenciosas me gustan.
Me gustan en la cafetería de la facultad, mirando de reojo. En los supermercados céntricos, en las paradas de autobús, en los bares de alterne, en las mercerías, en su salsa.
Me gustan naturales como los danones, únicas como la vida y la muerte, irrepetibles. Con cara de frío, con sueño atrasado, con pan y cebolla, con uñas y dientes.
Me gustan las que callan, las que salen de noche perfumadas; las que roban piropos en los pasos de cebra, las que anuncian compresas de colores.
Me gustan las oficinistas rubias, las esposas de los policías, las bibliotecarias sin moño, las cantantes de jazz. Me gustan las azafatas miopes, las estudiantes de piano, las maestras descalzas. Todas.
No hay noche en que no sueñe con sus médulas; en que no cifre sus misterios una a una; en que me duerma, de una vez, sin ofrecerles un papel en uno de mis sueños. Porque con ellas me desnudo (es una metáfora), me hago el tonto, bailo, sufro, canto, sueño, corto y cambio. Con ellas me sonrojo, me hago el chulo, saco bola, enchufo el móvil. Con ellas se me cae toda la baba en el jersey como a un bobito.
Ay, las mujeres. Me gustan cuando lloran, cuando aprueban, cuando pagan con Visa en las boutiques de moda, cuando se tiran de los pelos en los cines, cuando se ponen mascarillas de pepino, cuando se rizan las pestañas y se pintan los besos.
Me gustan las que apenas me conocen, las que leen entre líneas en el metro, las que juegan al tenis los domingos y bajan, cada noche, la basura. Las que salen del baño con la piel perfumada y la toalla en el pelo, las mujeres platónicas, las mujeres maniáticas, las que pierden al mus, las que creen en los ovnis, las que entienden de fútbol, las que beben cerveza, las que lloran sin rímel, las sonámbulas. Todas. Te, o, de, a, ese.


¿Suspendido o suspenso?
26 de febrero de 2001

Hoy me sentaría a esperar frente a un escaparate. Recogería el corazón en la tintorería y tu silencio único. Caminaría al límite de ti.
Hoy –después de las noticias– me gustaría acariciarte el cuello como un actor de cine; besarte de memoria; morder tu soledad, tu sexo omnívoro.
Y en cambio estoy aquí, en medio del alambre de este circo, tratando de llegar al otro lado; soñando con el día en que por fin pueda brindar contigo por mi aprobado en el amor y la matrícula del coche. Pero es el tiempo el máximo enemigo de mi edad y espectador de mi fracaso y para colmo llueve.
No hay nada en este lunes que explique mi tristeza. Nada es ajeno al corazón o a las manías de la muerte. Somos amor y muerte, sangre y huesos, original disfraz de carnaval cortado por un sastre.
¿Qué precio tiene el corazón? ¿Quién es, por fin, el hombre? ¿Cuál es su historia íntima? ¿Quién, sino Dios –y algún controlador aéreo–, decide los destinos? ¿Quién califica y grapa nuestros sueños?
Hoy no me importaría morirme un rato, gritar en una iglesia, sonreír adrede. Ser uno de esos héroes cotidianos que lucha contra el hambre y el amor sin munición alguna. Entrar en los despachos de los profesores con una orden judicial. Jugar a ser mayor. Salir en los periódicos.
Pero es mejor andar de un lado para otro hasta encontrar mis ruinas. Entrevistarme con mi sombra. Sellar mi indiferencia en el INEM y echar un par de instancias –sin remite– a algún excelentísimo.
Hoy no es mi día, perdonadme. Hoy estoy harto de mirar el calendario como un preso. De entrar en la semana, cada lunes, igual que a un velatorio. De pelear por mi autodeterminación en cada papeleta. De armar estas palabras.
Y siento que mi vida –este febrero– está en las manos de un ventrílocuo. Que tengo que reír cuando él mueve mi boca o hacer el gesto de llorar sin apretar mis ojos de cerámica.
Hoy no he parado de pensar en mí. ¿Cómo podré abatir al francotirador de mis deseos? ¿Cómo podré aguardar hasta septiembre en esta guerra, igual que aguarda un jubilado su análisis de orina? ¿Es, quizá, el árbol de la fe de hoja perenne? ¿Dónde estará el interruptor de mi futuro?
Bienaventurados los que aprueben sus exámenes finales porque de ellos será –después de la licenciatura– el reino del empleo.