El hombre... del café
El hombre… del café es un proyecto acabado y listo para llevar a imprenta, después de un proceso largo de trabajo.
Hace dos años, Mario Martín, director de Amarú Ediciones, se interesó por los cuadernos de trabajo del escultor Aquilino González. En dichos cuadernos (más de 50) se resume su actividad diaria durante largos años: dibujos, notas, fechas, recortes, apuntes, teléfonos, bocetos... todo cuanto en el día a día llegaba a las manos de Aquilino pasaba a formar parte de su cuaderno.
El proyecto inicial consistía en un álbum con una selección de ilustraciones pero Aquilino hizo partícipe del proyecto a Raúl Vacas para que se encargara de poner voz a las imágenes.
Después de un largo periodo de selección y de organización del material de trabajo se compusieron diferentes series de ilustraciones, atendiendo a criterios de estilo y de temas.
Posteriormente se añadieron los textos y se agruparon y ordenaron en dos volúmenes con los títulos de Instantáneo y Soluble.
Dichos títulos, junto al de El hombre... del café, reflejan el modo con que Aquilino realizó su trabajo y forman parte de la personalidad de su autor. Aquilino González, gran amante del café, emplea dicho elemento para dar color y textura a la mayoría de sus ilustraciones, en algunos casos simples apuntes instantáneos y en otros formas mucho más solubles, trabajadas con técnicas mixtas: aguadas, acuarelas.
El resultado es un libro (dos volúmenes) con gran variedad de ilustraciones y con textos de diferentes formas métricas (haiku, égloga, soneto, verso libre, prosa), además de una serie de propuestas poéticas visuales.
Financiación
Conscientes del coste que supone la edición del libro, autores y editor buscan diferentes modos de cofinanciar el proyecto con instituciones castellano-leonesas vinculadas a la poesía y el arte.
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El hombre busca solo la razón
de sus sueños, la noche mineral,
la piel domesticada en la costumbre.
Busca tal vez la luz del corazón,
busca el amor, el mar, algún retal
del tiempo consumido por la lumbre,
huye de la tristeza y de la herrumbre
que sobró del pasado,
del laberinto usado.
El hombre mira, aprende, continúa
dormido en los extremos de la grúa
del miedo, de los días sucesivos.
El hombre solo actúa
piensa en la muerte, busca sus motivos.
Nada y todo
a Pepe Hierro
En el principio tal vez fue la nada:
un hombre, una mujer, la vida, todo,
el árbol de la muerte y, sobre todo,
las huellas de regreso, el tiempo, nada.
Tal vez en el final sea la nada
-incógnita y excusa para todo-,
la que venza al amor después de todo
e imponga su memoria blanca. De nada
sirve que el olvido administre todo
lo que el hombre sueña en vano. De nada
el corazón, la suerte y, pese a todo,
la carne amarillenta de la nada.
De Dios no quiero nada, de ti todo.
Aquí tienes mi piel. Gracias. De nada.
Recuerdo, todavía en el instituto, que Hierro vino a un pueblo cerca del mío. Yo, al día siguiente, con examen de historia yo, con un cacaolat increíble en la cabeza de fechas, personajes y batallas... Y Hierro a tiro de ferrocarril de vía estrecha.
ResponderEliminarLo vi paseando por el parque antes de entrar en la casa de cultura de auqle pueblo cerca del mío. Vi sus manos hablar por sí solas, sus palabras recitaban Nueva York, música, hospitales y oxígeno.