Pasa al interior y ponte cómodo

28.1.12

Con la venia

(Alegato en favor del sentido común ante una sociedad contaminada por la política, la publicidad, y la televisión basura).

Nos están engañando. Somos víctimas de los crupieres políticos, del imperio de la publicidad, del gran circo mundial que es la televisión. Día a día tratan de anestesiarnos con mil y un argumentos envenenados, de hacernos creer en todo cuánto nos inyectan vía oral, de anular nuestros sensores de la realidad e imantar los sentidos. Y apenas nos damos cuenta. O si sentimos en la piel el aguijón no le damos la mayor importancia.
Es un trabajo lento, minutado, de auténtico desgaste, que acaba por libarnos la conciencia y el sentido crítico. Que nos invita a la mediocridad y al conformismo. Que nos tatúa la desconfianza en la mirada. Que nos priva de los mejores sentimientos y valores. Que expone nuestras vísceras para el disfrute del ave carroñera.
Y una y otra vez caemos en la trampa y el engaño con distinto cebo. Y de nuevo somos espectadores de lujo de un espectáculo televisado a diario. Y es posible que no sepamos nada del vecino de al lado; ni de la viuda del segundo y de su hijo parapléjico; de nuestro primo el de San Sebastián que ya no cree en la autodeterminación; de nuestro abuelo el que murió en la guerra en sabe Dios qué bando. Y es posible que creamos ciegamente en lo que airean los periódicos, sin admitir otra versión. Que adoptemos otras voces como nuestras, sin márgenes para la crítica y el juicio propio. Que al final caigamos en la escombrera de la desesperanza y pensemos que todo, o casi todo, está manipulado y aliñado con intereses, hasta la cultura.
Claro que nos engañan. Nos venden el sueño del camino y el dinero fácil. Nos seducen con la más fina lencería publicitaria. Privatizan nuestras vidas. Nos invitan a tomar parte de la nueva era, o el nuevo erial. Nos enseñan que el amor es similar a la excursión de fin de curso. Inoculan la mentira en sus palabras. Compran nuestra atención y nuestros votos con pirotecnia barata. Dinamitan la moral del más débil. Y nos hacen cómplices de sus equívocos y miserias.
Y frente a esta operación de contrabando ético y estético apenas bostezamos. Nada viene a tambalear nuestra individualidad. Nadie nos da una honda para luchar contra el gigante. Nadie nos moviliza contra el miedo. Nadie nos hace creer en la verdad, la sinceridad y la humildad como única ideología posible.
Que buena falta nos hace, para cambiar las cosas, un buen supositorio de utopía.