Pasa al interior y ponte cómodo

24.8.09

Callejero

El alcalde de Salamanca vuelve a celebrar -brindando con ron Cacique- otro de sus logros "democráticos". Bastaron unos minutos, en un pleno extraordinario, para votar en contra de la propuesta presentada por el grupo socialista de revocar el cambio de nombre de algunas calles dictado por el alcalde a título personal, sin pasar por ningún pleno municipal ni comisión.

Podéis poneros al corriente de todo en el blog La Voz de Salamanca o en los diarios Tribuna de Salamanca o El Mundo.
Desde aquí mi homenaje y mi reivindicación personal del callejero histórico de Salamanca y mi reprobación a la actitud del alcalde y de sus concejales.
Hasta cuándo Salamanca permitirá hacer y deshacer a su antojo a su alcalde. Para cuándo un cambio de actitud de los salmantinos conservadores, apegados a herencias ideológicas e intereses de todo tipo, y sometidos. Para cuándo un salmantino que nos haga recordar a los caballeros pardos medievales, defensores de su ciudad y sus conquistas, o a las valerosas mujeres que hicieron frente a Aníbal.


Callejero

Hoy paseo por la Plaza de la Fuente y veo que las cabinas aún están forradas con anuncios de pisos de alquiler sin contrato. Recuerdo entonces a Raquel, Angela, María y Max que siempre quisieron vivir en la calle Bientocadas y hace años rastreaban los portales de esa zona en busca de algún piso.
Y recuerdo también la casa de Paqui, en la calle Traviesa, dónde hicimos más de una travesura literaria.
A mí, en cambio, me gustaría vivir en la plaza del Ahorro o en la calle Compañía. Pero me tocó en suerte vivir cerca del paseo del Rollo.
Quizá algún día viva en la calle del Limón, cerca de Viki, o en la calles del Aire o Dos Encinas, o en la plaza del Jilguero, o en Zamora, junto a Elena, que me llevaba y traía por la calle de la Amargura.
A veces la vida y el callejero coinciden y uno vive en la calle de su historia. Como Déborah, que trabajó con niños en Chiapas y vivió el año pasado en la calle Guerrilleros, o Miguel, que hasta encontrar novia vivió en la calle Soledad y cuando la perdió (la novia) y cambió de piso no encontró alquiler en la calle Consuelo ni en el paseo del Desengaño.
Qué hermoso sería para un excarcelado vivir en la plaza de la Libertad; para un alumno de primer curso en la calle Licenciados; para un amante del vino en las calles Lagar, Bodegones o La Viña; para un niño en la calle Recreo; para un egoísta vivir la Calle Santa Rita; para dos novios enfadados en la calle Las Paces o la calle El Perdón.
Qué duro para un suspenso vivir en la calle de la Fe; para un balsero en la calle Cuba; para un feo en la calle Espejo; para un alcalde que pierde los papeles en la Calle Gibraltar, para un adicto al parchís en la calle Oca; para un anciano en las calles Gurruminas, Raspagatos y Sordolodo que ya no existen; para un enterrador en la calle Marmolistas y ser vecino de Pedro y Pablo; para un pescador vivir en la calle Carniceros o para un aficionado al saxofón en la Calle Silencio junto a la casa de los frailes claretianos.
Y qué escándalo sería vivir en la calle Galileo y que toda mi vida girara en torno a ti. O en la Plaza de los Gascones y ser tu Cyrano y empañar tus ojos cada noche con el vaho de mis versos. O en la calle Santa Bárbara y acordarme de ti cuando truena. O en la calle Trébol y compartir contigo la suerte de mis cuatro hojas. O en la calle Orégano, junto a un monte. Pasa la mañana. Me detengo un instante en la calle Mediodía. Miro el reloj. Me pita un coche. Será mejor que me calle.

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