Pasa al interior y ponte cómodo

31.12.08

Operación Navidad

Chiste: Forges

Todo en estas fiestas son operaciones: la de salida y entrada por -carreteras nacionales y autopistas- en el nuevo año, la de los cirujanos que escayolan los huesos de quienes dieron vueltas y vueltas de campana sobre campana hasta caer en la cuneta o el arcén, las operaciones contra los camellos y las burras cargadas de chocolate, las dermoestéticas, la de los policías que siguen el rastro intermitente de la estrella de la paz en Euskadi y las operaciones bursátiles de los corredores de bolsa el día de San Silvestre.

Yo prefiero imaginar la Navidad de hace 2008 años con la Virgen empadronando al niño, dándole la teta, vacunándolo contra la polio y la tosferina; cambiándole los pañales entre tomillo y romero y llevándolo al quirófano para operarlo de vegetaciones.
Y prefiero desenchufar las luces del belén para escuchar el hipo de los peces del río, remendarme y no quitarme el remiendo y colocar en el portal un burro “pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón” como el de Juan Ramón Jiménez.
Estoy enfermo de Navidad. Toso con los anuncios que nos venden ilusiones. Me sube la fiebre en las noches de este invierno ultracongelado. Estornudo, y me dicen Jesús, cuando miro al niño en los nacimientos de las librerías. Carraspeo en silencio por mis décimos de fiebre. Y para colmo se me caen los mocos en el pavo trufado. Así que sólo se me ocurre regalarles un pequeño romance:

Que se nos va un nuevo año,
como un ladrón, de puntillas,
delatado por el baño
de limón de las bombillas.
Mientras sueñan los mendigos
con besos de moscatel
y explotan los polvorones
en la estepa del mantel
de la casa de la viuda.
Mientras juegan las abuelas
a casar higos con nueces
que se enredan en las muelas,
y el alcalde oye campanas
sin saber dónde ni cuándo
prometió no estar a uvas
en el año que está entrando.
Mientras pienso en cuellos blancos
y muñecas de famosas
donde se posan las joyas
igual que las mariposas.
Mientras hay en nuestras calles
obras de la caridad
y el tráfico nos anuncia
que estamos en Navidad.
Que el dos mil ocho se va
y aún no tengo cotillón
para hacer, si no hay remedio,
de mis tripas corazón,
disfrazarme de burbuja,
balbucear estupideces,
emborracharme y gritar:
¡Vaya unas felistas fieces!

Versión de un texto publicado en Al fondo a la derecha

2 comentarios:

  1. Te veo ácido, amigo... (aunque muy dulce, lo que se dice muy dulce, tampoco está la cosa)

    Un abrazo.

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  2. Anónimo12:58 a. m.

    Imagen preciosa la tuya,Raúl. Lo llamas Navidad, pero eres tú.
    Te quiero cariño, y he entrado para saber cómo iban vuestros proyectos.
    A veces te imagino con la cara llena de yeso, otras sentado en tu ordenador, otras bajando del autobús.
    Ojalá vengais pronto a vernos. Un beso a todas tus damas

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