Plan de Bibliotecas de Huesca
Manifiesto
En las Bibliotecas Escolares de la provincia de Huesca vivimos la tarea de acercar la literatura, la ilustración y otras manifestaciones culturales, educativas y artísticas a niños, adolescentes, padres y profesores.
Visitar dichas Bibliotecas, llenas de libros y de profesionales que, con su labor y empeño, hacen posible esta realidad es ilusionante. La curiosidad de los niños y la de los adultos se entremezclan dando sentido a un proyecto que va más allá de las estanterías donde se alojan los libros. Sorprende el número de encuentros puntuales que sostienen, en cada uno de los centros, esta labor educativa, a la que hay que sumar iniciativas como la de los Clubes de Lectura “Leer Juntos”, en los que vemos una verdadera labor de difusión cultural entre los padres, bibliotecarios y profesores, así como sus hijos y alumnos.
Las visitas a los colegios, institutos, bibliotecas y grupos de lectura, con agendas cerradas con calculada precisión, son posibles gracias al buen hacer y la amistad que comparten los profesionales que coordinan el plan en cada uno de los centros.
Sabemos que El Plan de Bibliotecas Escolares y Promoción de la Lectura y la Escritura de Huesca es una apuesta arriesgada e innovadora que da numerosos frutos y que cuenta con un importante reconocimiento en el ámbito de la formación, la creación y la edición; sabemos también que los propios intereses profesionales marcan el destino de los docentes y estamos convencidos de que los proyectos perduran y siguen funcionando si continúan las bases y las líneas de trabajo de quien mejor los conoce.
Por eso escritores, ilustradores, editores, escritores, bibliotecarios, y especialistas literarios tememos la pérdida de esta enorme labor y entendemos y apoyamos la continuidad del Plan de Bibliotecas Escolares y Promoción de la Lectura y la Escritura de Huesca con las directrices que lo han constituido desde su inicio.
Visitar dichas Bibliotecas, llenas de libros y de profesionales que, con su labor y empeño, hacen posible esta realidad es ilusionante. La curiosidad de los niños y la de los adultos se entremezclan dando sentido a un proyecto que va más allá de las estanterías donde se alojan los libros. Sorprende el número de encuentros puntuales que sostienen, en cada uno de los centros, esta labor educativa, a la que hay que sumar iniciativas como la de los Clubes de Lectura “Leer Juntos”, en los que vemos una verdadera labor de difusión cultural entre los padres, bibliotecarios y profesores, así como sus hijos y alumnos.
Las visitas a los colegios, institutos, bibliotecas y grupos de lectura, con agendas cerradas con calculada precisión, son posibles gracias al buen hacer y la amistad que comparten los profesionales que coordinan el plan en cada uno de los centros.
Sabemos que El Plan de Bibliotecas Escolares y Promoción de la Lectura y la Escritura de Huesca es una apuesta arriesgada e innovadora que da numerosos frutos y que cuenta con un importante reconocimiento en el ámbito de la formación, la creación y la edición; sabemos también que los propios intereses profesionales marcan el destino de los docentes y estamos convencidos de que los proyectos perduran y siguen funcionando si continúan las bases y las líneas de trabajo de quien mejor los conoce.
Por eso escritores, ilustradores, editores, escritores, bibliotecarios, y especialistas literarios tememos la pérdida de esta enorme labor y entendemos y apoyamos la continuidad del Plan de Bibliotecas Escolares y Promoción de la Lectura y la Escritura de Huesca con las directrices que lo han constituido desde su inicio.
Si apoyas este manifiesto envía un email a: amartinezra@educa.aragon.es con tu nombre, apellidos y D.N.I. Muchas gracias
Y un artículo sobre una biblioteca, de propina:
Sala de préstamos
Un día conocí a una verdadera musa. Fue en una biblioteca pública, junto a la sala de préstamos y ante la atenta mirada de la Teología.
Tal vez quiso el destino que se hiciera la voluntad Dios, de ese Dios que –omnipotente y todopoderoso– vio que en el principio era la nada y creó a la mujer, y todo era bueno. Y allí estaba, con todas sus costillas a la brasa, sus ojos perdidos en la trigonometría, sus labios empapados de palabras y su piel encuadernada. Y allí también estaba yo, con el amor al cuello como una vaca mansa, dudando de los métodos y los discursos, descartando deseos, entrando en su respiración como un niño descalzo, acolchando la almohada, libre de repente.
Ni las vías férreas de Santo Tomás, ni el Superhombre de Nietszche, ni el Evangelio según San Marcos, ni la electricidad estática o El Cantar de los Cantares serían suficientes para acompañar sus besos.
Ni el libro de las preguntas de Neruda, ni el libro de las respuestas –aún inédito–, ni el infierno de Dante o de Milton serían suficientes para vaciar el ansia, para sentarme a la derecha del padre, para mirarla desnudo –de reojo–, y rebañar sus párpados, para decirle que no hay moscas en febrero, para tocarla en silencio y desnudarla, en ese o cualquier otro paraíso, para morder el corazón de la manzana y entrar juntos al mundo como quien entra al mar, para abrazarla muy fuerte y muy despacio –con brazos de serpiente– como si no existiera.
Un día conocí el amor entre los fondos y trasfondos de la Teología. Un amor inesperado y lúbrico –tal vez platónico– lleno de llamas y de noches oscuras, tendido con dos pinzas en las cuerdas del sueño.
Allí estaba, sola como la luna, perfumada de matemáticas y cuentas de la vieja, mirándome a los ojos distraída, con el escote abierto en un triángulo equilátero, mostrando sus tangentes, sus senos, sus cosenos. Y yo a dos metros de su vida, en el ángulo indicado, atento como el búho de Atenea, llenando los estantes de mis sueños de libros de aventuras y caballerías, leyéndole las rayas de la mano como una Celestina, besándola, editándola, rindiéndola y fijándola a mi lengua, limpiando sus caricias, dándole esplendor.
Tal vez fuera la Beatriz de Dante, la Guiomar de Antonio, la Julieta de Shakespeare, la Melibea de Rojas, la Olivia de Popeye. Tal vez el dios pequeño del amor –valiente imbécil– vino a clavarme su reptil deseo, su risa, su ternura, su silencio, su utopía, Tomás Moro, su utopía.O tal vez fuera mi imaginación –o tanto estudio– y no hubiera molinos, ni ovejas, ni Toboso, ni biblioteca, ni musa, ni cuentas de la vieja, ni nada de nada. Como en el principio.
Tal vez quiso el destino que se hiciera la voluntad Dios, de ese Dios que –omnipotente y todopoderoso– vio que en el principio era la nada y creó a la mujer, y todo era bueno. Y allí estaba, con todas sus costillas a la brasa, sus ojos perdidos en la trigonometría, sus labios empapados de palabras y su piel encuadernada. Y allí también estaba yo, con el amor al cuello como una vaca mansa, dudando de los métodos y los discursos, descartando deseos, entrando en su respiración como un niño descalzo, acolchando la almohada, libre de repente.
Ni las vías férreas de Santo Tomás, ni el Superhombre de Nietszche, ni el Evangelio según San Marcos, ni la electricidad estática o El Cantar de los Cantares serían suficientes para acompañar sus besos.
Ni el libro de las preguntas de Neruda, ni el libro de las respuestas –aún inédito–, ni el infierno de Dante o de Milton serían suficientes para vaciar el ansia, para sentarme a la derecha del padre, para mirarla desnudo –de reojo–, y rebañar sus párpados, para decirle que no hay moscas en febrero, para tocarla en silencio y desnudarla, en ese o cualquier otro paraíso, para morder el corazón de la manzana y entrar juntos al mundo como quien entra al mar, para abrazarla muy fuerte y muy despacio –con brazos de serpiente– como si no existiera.
Un día conocí el amor entre los fondos y trasfondos de la Teología. Un amor inesperado y lúbrico –tal vez platónico– lleno de llamas y de noches oscuras, tendido con dos pinzas en las cuerdas del sueño.
Allí estaba, sola como la luna, perfumada de matemáticas y cuentas de la vieja, mirándome a los ojos distraída, con el escote abierto en un triángulo equilátero, mostrando sus tangentes, sus senos, sus cosenos. Y yo a dos metros de su vida, en el ángulo indicado, atento como el búho de Atenea, llenando los estantes de mis sueños de libros de aventuras y caballerías, leyéndole las rayas de la mano como una Celestina, besándola, editándola, rindiéndola y fijándola a mi lengua, limpiando sus caricias, dándole esplendor.
Tal vez fuera la Beatriz de Dante, la Guiomar de Antonio, la Julieta de Shakespeare, la Melibea de Rojas, la Olivia de Popeye. Tal vez el dios pequeño del amor –valiente imbécil– vino a clavarme su reptil deseo, su risa, su ternura, su silencio, su utopía, Tomás Moro, su utopía.O tal vez fuera mi imaginación –o tanto estudio– y no hubiera molinos, ni ovejas, ni Toboso, ni biblioteca, ni musa, ni cuentas de la vieja, ni nada de nada. Como en el principio.
Publicado en Tribuna Universitaria
Imagen: Chema Madoz
Es increíble la capacidad que tienes para hacer metáforas mezclando contínuamente dos temas. He llegado aquí a partir del blog de el_hombre_que, y he querido leerte porque una profesora mía de literatura en el instituto nos dio una vez unos versos tuyos, que decían algo como "recuerdo que llovia a chaparrón, y que corrimos a un cafe [...]y te escribí un poema de un tirón y yo que soy tan pato, cua, no pude recitar lo que escribí, pues se llenó de chipirón la servilleta..."
ResponderEliminarme ha encantado este relato, y todas estas nuevas literaturas vuestras :)
de una futura filóloga (si todo va bien)
Hola raul soy mario el del Mriano Quintanilla de 2ºA y keria decirte algun poema Hber si te gustan y poder ser como tu o Poder hblar con tigo y k me puedas a consejar!xD
ResponderEliminarEres la doncella mas hermosa
Que camina por la pradera
Se te acerco un hombre
Y te pregunto tu nombre
Despues se te quedo mirando
Y se pregunto kien es esta dama
Le contensto sonrojada Jennifer hermoso cabaallero
Mi corazon se quedo tempblando.
Por que se enamoro a primera vista
Cuando me toco por primera ved te entrege mi amor
Y al besarme por primera ved cai rendido a tus pies en la cuenta de 1 2 3.
Final que te ha parecido!!
Y mi correro es mario_basar10hotmail.com