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4.1.19

Entrevista a Maese Antonio, de la Covachuela, el supermán de la bandeja



“Saber recibir, saber atender, saber despedir”


La Covachuela, inaugurada el 12 de febrero de 1964, es una de las tabernas más típicas de Salamanca. El arte, la poesía, la música y la genialidad de maese Antonio con su clásica bandeja han hecho de este lugar casa y cátedra del vino, el buen yantar y la cultura.


-P: ¿Por qué “la Covachuela”?
-R: Covachuela, según la Real Academia de la Lengua Española, es sótano de grandes monumentos. El gran monumento está arriba, en la Plaza Mayor… Cuando yo cogí este local, mi madre me dijo que me había quedado con una de las covachuelas de las del juzgado. Estas se llamaban así porque lo que hoy es el Gran Hotel, antes era el Juzgado. El nombre de covachuela se le daba, también, a todos estos locales que estaban debajo de los soportales, donde se vendían tripas para hacer la matanza y aperos para el campo.

-P: ¿Es lo mismo maese Antonio que la Covachuela?
-R: Pues mira, maese Antonio siempre tan trabajado en la hostelería bastante diferente a los demás. Desde muy niño, el público iba a verme trabajar porque les agradaba muchísimo. A través de los años la gente me empezó a llamar maestro de la profesión, hasta que Agustín Casillas me bautizó con el nombre de maese Antonio y desde entonces todo el mundo me llama así.

-P: Su arte con la bandeja y las monedas, ¿cómo nació?
-R: Surge como surgieron otras muchas facetas en el modo de trabajar. Yo encuentro un poco tosco el recoger y andar escarbando una a una las monedas que me dejaban en la bandeja para cobrar unos vinos. Siempre he buscado la parte más elegante y la forma más inverosímil de realizar las cosas. La práctica, después, te hace maestro. A la gente le gustó tanto que venían para ver cómo hacía volar las monedas. La cosa tomó tanto interés que casi todas las televisiones me han llevado a realizar “la bandeja europea! en programas como “Qué gente tan divertida”, de Tele 5. “El show de la 1”, “Más estrellas que en el cielo” y “A vista de pájaro”, en TVE. O incluso en Hispanoamérica, en el espacio “300 millones”

-P: ¿Qué es para maese Antonio su profesión?
-R: Lo importante de todo esto, en esta profesión en la que llevo desde los catorce años y a la que tengo tanto cariño es el respeto hacia el público, el saber recibir, el saber atender, el saber despedir.

-P: Los camareros de hoy, ¿ya no son cómo los de antes?
-R: Nunca se ha alternado más que ahora y nunca ha exigido menos el cliente que ahora. Este no exige nada. Quiere que le sirvas bien, quiere que le atiendas bien, pero el camarero de hoy no está tan pendiente del cliente como lo hemos estado nosotros, que así no enseñaron desde pequeños.

-P: Por la Covachuela han pasado ilustres de España…
-R: Tengo varios libros con nombres y firmas que han pasado por Salamanca y han dejado huella en esta casa… ¡Déjame la gafas, éste… Rafa! Por ejemplo: Farina, Gloria Fuertes, Torrente Ballester, Arévalo, Arturo Fernández, El cordobés, Pepe Ledesma, Venancio Blanco, El Viti, Agustín Casillas, Ramón Melero y el Coro Universitario, cuyos miembros afirman que la Covachuela es su segundo lugar de ensayo.
Por aquí han pasado grandes personajes que antes eran estudiantes y que cuando los he visto en la tele he dicho: ¿pero es posible que éste haya llegado a esto con lo que le gustaba el tinto?

-P: Con tanto estudiante, habrá buenos casos de picaresca…
-R: Hay veces que vienen cinco estudiantes. Piden tres vinos y dos no toman nada porque dicen que están mal del estómago. El estómago es la cartera, ¿sabéis? Yo entonces, en lugar de poner tres, pongo cinco y les digo que al final de mes veremos. Quiero deciros con esto que conozco bien a los estudiantes. Como a aquel tuno que nos gastó una “broma” a los tres inteligentes de la casa: a Mundi, a Nica y a mí. Cuando el chato de vino valía dos pesetas, hace 25 años, uno al que llamaban el Judas, me pidió prestadas diez pesetas porque tenía un compromiso con unas chicas. Resultó que luego nos enteramos que nos las había pedido a los tres. Cosas de la picaresca estudiantil.

-P: Salamanca….
-R: Salamanca la llevo tan dentro que te tenido ocasiones de establecerme en cualquier parte de España pero me acuerdo de los estudiantes, de la Plaza Mayor y… claro, siempre me he quedado aquí porque me tira mucho esta ciudad.
Siempre que mi señora y yo hacemos algún programa de televisión lo iniciamos cantando estrofas de canciones charras y recitan a Salamanca.

-P: ¿Cuál es el encanto de la Covachuela?
-R: La gente disfruta con el entorno que tiene la Covachuela porque, por desgracia, van quedando pocas tabernas típicas clásicas de este estilo. Cuando me quedé con este local le dije a Ramón Melero y Agustín Casillas que lo vinieran ver porque quería hacer una decoración de taberna típica castellana y nadie mejor que ellos me podía orientar. Y con poco que le dije… Esta taberna creo que ha gustado a todo el público. Tanto es así que Don Rafael Laínez Alcalá, entonces catedrático de Historia del Arte, me dijo: “Ya es hora de que se haga una taberna donde se dé vida al Lazarillo de Tormes”. Mucho antes de que se pusiera en el Puente Romano o en el Regio, ya puse yo al Lazarillo en mis paredes y techos. Y ay decía entonces: “El Lazarillo de Tormes / se metió en la Covachuela / y dicen que desde entonces / su historia en el mundo suena”.

-P: Maese Antonio… París siempre será París…
-R: ¡Pero le falta la Covachuela! Raro es el día que no recibo una carta de estudiantes de todo el mundo que recuerdan los buenos ratos que han pasado en mi taberna. Uno de ellos me envió una postal desde Francia en la que me decía: “De verdad, maese Antonio, te digo que París siempre será París, pero le falta la Covachuela”.


La Covachuela es un bar
donde brotan los almendros,
mezclados con vino tinto
y amasados con mis sueños.
Covachuela es el lugar
de estudiantes y vencejos,
reunión de lindas chicas
como primavera al viento.
si no es por ti ¡Qué bien muero
vino de la Covachuela!

(Fragmento de un poema de Pilar Mesonero)


Tomás Sánchez y Raúl Vacas
Foto: Manuel Sánchez
2 de mayo 1994

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