Guerra, S.L.
En recuerdo de los 4 años de Guerra en Irak
Alguien ha expropiado el corazón del hombre. Alguien que ha pronunciado en vano el nombre de la Paz, que ha adorado a becerros y a tiranos, que ha abanderado sin bandera la palabra guerra, que abandonó su piel y sus escrúpulos para venderse al odio y al petróleo.
Alguien ha calculado en vidas su venganza. Alguien que, ajeno a la razón y al miedo, se ha lavado las manos con la sangre futura y ha negado las voces que defienden la vida. Alguien que ha propiciado el crimen y la rabia.
Por eso, y porque el sueño y el deseo de la Paz aún tienen luz y defensores (a pesar de la guerra), os pido que gritéis todos los días como el que siente cerca el ruido del disparo.
No permitáis que el mundo se resuelva a nuestra espalda. No consintáis el uso de la vida en manos del verdugo. No admitáis el fracaso y la desesperanza. No os conforméis con detonar el grito. No toleréis que el pulso de los hombres se discuta con armas y resoluciones, que la muerte sea excusa o garantía para librar al hombre de otros hombres, que la fuerza se imponga a la cordura.
No alentéis a los hombres que olvidaron un día la palabra amor. No abráis la puerta al lobo de las pesadillas. No sostengáis el peso de la destrucción y el frío. No apuntaléis los sueños abatidos ni mostréis la verdad y las heridas sin dignidad y arrojo. No enmascaréis al ogro de los cuentos para hacerlos más tibios e inocentes. No silenciéis a aquellos que negocian el precio de la vida, a aquellos que ahuyentaron los sueños de los débiles, a todo el que declara la renta de sus balas. Nunca honréis a la muerte como a vosotros mismos. Nunca rindáis el grito y la saliva. Nunca juzguéis al hombre que saneó su juicio. No admitáis eufemismos ni chantajes. No calculéis la angustia y el abismo que separa al relámpago del trueno, al grito de las bombas, a la muerte del sueño y de la luz.
Tal vez un día el corazón del hombre –a punto de pudrirse– madure y se haga dulce como un beso. Tal vez la vida no cierre sus puertas esta primavera por defunción o miedo. Tal vez los hombres y mujeres que soñaron dormidos una madrugada –a pesar de las bombas y sirenas– no pierdan nunca la esperanza. Tal vez no pierdan nunca las palabras. Tal vez no pierdan. Tal vez no. Tal vez.
No a las armas. No a las imposiciones. No a las mentiras. No al terrorismo. No a los bastardos unidos. No a las dictaduras. No a la guerra.
(Artículo publicado en el libro Al fondo a la derecha.)
Alguien ha calculado en vidas su venganza. Alguien que, ajeno a la razón y al miedo, se ha lavado las manos con la sangre futura y ha negado las voces que defienden la vida. Alguien que ha propiciado el crimen y la rabia.
Por eso, y porque el sueño y el deseo de la Paz aún tienen luz y defensores (a pesar de la guerra), os pido que gritéis todos los días como el que siente cerca el ruido del disparo.
No permitáis que el mundo se resuelva a nuestra espalda. No consintáis el uso de la vida en manos del verdugo. No admitáis el fracaso y la desesperanza. No os conforméis con detonar el grito. No toleréis que el pulso de los hombres se discuta con armas y resoluciones, que la muerte sea excusa o garantía para librar al hombre de otros hombres, que la fuerza se imponga a la cordura.
No alentéis a los hombres que olvidaron un día la palabra amor. No abráis la puerta al lobo de las pesadillas. No sostengáis el peso de la destrucción y el frío. No apuntaléis los sueños abatidos ni mostréis la verdad y las heridas sin dignidad y arrojo. No enmascaréis al ogro de los cuentos para hacerlos más tibios e inocentes. No silenciéis a aquellos que negocian el precio de la vida, a aquellos que ahuyentaron los sueños de los débiles, a todo el que declara la renta de sus balas. Nunca honréis a la muerte como a vosotros mismos. Nunca rindáis el grito y la saliva. Nunca juzguéis al hombre que saneó su juicio. No admitáis eufemismos ni chantajes. No calculéis la angustia y el abismo que separa al relámpago del trueno, al grito de las bombas, a la muerte del sueño y de la luz.
Tal vez un día el corazón del hombre –a punto de pudrirse– madure y se haga dulce como un beso. Tal vez la vida no cierre sus puertas esta primavera por defunción o miedo. Tal vez los hombres y mujeres que soñaron dormidos una madrugada –a pesar de las bombas y sirenas– no pierdan nunca la esperanza. Tal vez no pierdan nunca las palabras. Tal vez no pierdan. Tal vez no. Tal vez.
No a las armas. No a las imposiciones. No a las mentiras. No al terrorismo. No a los bastardos unidos. No a las dictaduras. No a la guerra.
(Artículo publicado en el libro Al fondo a la derecha.)
eso, sobre todo NO a los bastardos unidos y NO a los "señores" de todas las guerras.
ResponderEliminar¿oirán a los pueblos alguna vez?
Un saludo
Alguien dijo: "La paz no es una temporada; es una forma de vida"
ResponderEliminarNO A LA GUERRA.
NO A TODAS LAS GUERRAS.
NO A TODAS LAS FORMAS DE GUERRA.
Me sumo a tus palabras, Raúl, porque esta suma al NO, desde este blog, desde la poesía, desde cualquier ámbito... puede ser un gran grito.
"Perdimos la guerra", dijo el vencido; y el vencedor respondió: "Peor fue cuando perdimos la paz." (Sergio Olarte)
Mantengamos la PAZ.
NO A LA GUERRA.
Un NO rotundo a las GUERRAS a las mediaticas (irak...) y a las silenciosas (Somalia...). Aunque supongo que eso es difícil por que ( sin ánimo de frivolizar) a veces tiene mucho que ver con las hormonas (testosterona) lo de resolver los conflictos por la fuerza y la violencia. Me ratifico un NO rotundo.
ResponderEliminarSaludos
El otro día pasé y te dejé un comentario, pero creo que se ha perdido. Te decía digamos un NO rotundo a las guerras a las mediáticas como la de Irak y a las no mediáticas como la de Somalia. Y sin ánimo de frivolizar creo que es una utopía. El estar en conflicto es algo muy inherente al ser humano.
ResponderEliminarSAludos
Querido raúl: la sensibilidad de tus palabras es una llave, agota la trinchera, enmudece al verdugo arrugando lentamente su corazón de harina muerta. Desafortunadamente la guerra continúa y se enmascara en guerras chiquititas, igual de atroces, diarias, acaso cotidianas, que nos alejan de nosotros mismo para pegarnos a un cielo sostenido por cuatro paredes de miedo. cómo haremos para vencer a esa guerra en el metro, mientras el silencio de cien ojos africanos se nos pega a la ropa, cómo haremos para vencer esa guerra frente a la costa de un mar de contradicciones humanas, cómo haremos para vencer esa guerra en las manos del niño descalzo que toca el acordeón en la Calle Florida de Buenos Aires, cómo haremos para vencer esa guerra del que nos cierra la puerta en las narices, del que maneja la ruleta de una economía de próceres del espanto, cómo hacer para escupirle al descaro y quedarnos con la humildad de una palabra redonda... tú lo has dicho y yo te acompaño en ese viaje: no dejarnos chantajear nunca no dejarnos, no.
ResponderEliminarGracias por tu texto. Un abrazo
Hola!
ResponderEliminarHoy pasaste por mi instituto (El Mateo Hernández) y nos leíste algunos textos relacionados con Salamanca.
He de decir que admiro tu manera de escribir, y sobre todo, tu valor para mostrar lo que haces, muchas veces no mostramos lo que escribimos porque son nuestros sentimientos o... Por temor a que no guste... (Al menos, eso me pasa a mí)
Supongo que será inseguridad lo que yo tengo... Debo deshacerme de ella [Al cubo de la basura, mi trabajo era el de 'Comida basura' =))
Sin más que decir, leeré ésto con más detenimiento, que merece la pena.
Saludos
Claro, no a la primera guerra de irak( esta es la continuación), no a las guerras necesarias( contra Hitler). También no a la OTAN, o era otan no???.
ResponderEliminarY no a los pseudo-intelectuales que defienden a Dejuana. Y sobretodo, no a los que creen que la izquierda es ideologica o moralmente superior a la derecha.
Un saludo
Cuánto tiempo, Raúl. ¿Qué tal por Rodasviejas? Se echa de menos, aquí tan al centro, tan en medio de calles y humos y coches y más calles.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Elia