Pasa al interior y ponte cómodo

28.1.07

La matanza




Hace unos día vi, por vez primera, un mamífero artiodáctilo del grupo de los Suidos hecho carne. Dicho así, parece que estuviera hablando de una bestia de las Islas Reunión o un dinosaurio del jurásico. Pero se trata del mejor y más doméstico animal de compañía, el cerdo.

De pequeño tuve una hucha de cerámica con forma de cerdito. Cuando reunía algunas monedas lo descuartizaba para ir al quiosco a comprar unos jamones que luego chamuscaba y compartía con mi primo. Al cerdo de verdad se le engorda con bellotas que, en definitiva, una vez curado, se transforman en euros.
El cerdo es un animal omnívoro. Le das una zapatilla y se la come. Le das un bocadillo de bellotas y se lo come. Le das una mirada y se la come. Le ocurre como al hombre, que también es omnívoro y se come hasta los cerdos.
Me gusta la fiesta del mondongo. Ir con las mujeres a lavar las tripas al río. Coserlas. Tomar aguardiente con perrunillas. Apagar el pimentón. Remover la carne con las especias hasta encontrar la peseta. Embuchar con tacto. Y picar con esmero el culo de cada pieza. Y todo en una ceremonia exacta donde no hay mirones.
En algunos lugares aún se conserva la tradición de colgarle una tripa vaqueña al novato. Pedirle que ase la manteca. O mandarle, como se hace con los niños que dan guerra, a buscar el espéldere a casa de un vecino, que es como pedirle piñas a un almendro, cazar un gamusino o comer canguingos con patas de peces.
Quizá más de uno habrá ido a buscar el espéldere a los lugares más insospechados, incluso al diccionario. Me imagino a un niño, ancho de felicidad, regresando al lugar de la matanza con un dispositivo intrauterino, un fuelle viejo, el santo grial, la correa de transmisión de un coche, el vellocino de oro, o un llar para la lumbre. Y tan contento.San Antón generoso, bendice a los cerdos y sala con tu hisopo los jamones.



Ilustración: Matanza, Isabel Cosin. Óleo sobre madera. 2005

Publicado en el semanario "Avuelapluma" de Cáceres



1 comentario:

  1. Mira, Vacas, me alegro de que disfrutes del sacrificio de este monstruo atroz que es el cerdo (o chon). En tiempos remotos, hombres y cerdos trabajaban mano a mano por un mundo mejor, luego comenzó una guerra fratricida, con el afortunado resultado que conocemos: hombres uno, cerdos cero.

    En la antigua China, hubo una cerda voladora llamada Terror. Era enorme y se alimentaba de alfileres. La mataron despertando al Emperador, que era un sueño suyo. Fue la última de su especie, creo, que se puso chula.

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