Jornadas "de Tórculo y Artesa"
Nos gustaría comenzar el año compartiendo con vosotros trabajo, alegría,
buena comida y olor a chimenea en La Querida, una casa de pueblo donde organizamos todo tipo de
actividades en torno a la literatura, la tradición, el folclore, el arte... En esta ocasión queremos que sea una fiesta de los sentidos y del contar. Queremos que surjan mil historias al calor de la lumbre, y para ello el maestro Rodari nos enseñó que las historias nacen siempre de un binomio fantástico. Por eso en estas jornadas hemos mezclado dos palabras aparentemente extrañas entre sí: Tórculo y Artesa, que es como mezclar el arte de Antonio Santos haciendo grabados con el arte de hacer la matanza de la señora Rosario.
Todos los años, sobre la artesa, hacemos chorizos y salchichones, farinatos y la mejor morcilla del mundo. Más de uno sois de pueblo o tenéis raíces en algún pueblo y conocéis bien la fiesta de la matanza. Este año nos gustaría compartir esta fiesta con todo aquel que esté dispuesto a matar el tiempo de forma provechosa durante dos días, porque no mataremos cebón alguno, sino que haremos los chorizos y los salchichones con la carne que nos reservará un carnicero amigo; acompañados por la voz de Mili Vizcaíno, que cantará coplas para que liguen bien el mondongo y la chicha; y acompañados también por las historias y sucedidos de Gloria Rivas y Ángel de Castro, poetas mondongueros. Y para los que os asusta el frío, tenemos un buen fuego, mantas zamoranas y mucho vino y aguardiente.
Aquí os dejamos los detalles de nuestra propuesta. Nos encantaría veros por aquí
Tres noches hay en el año
que te llenan bien la panza,
Nochebuena, Nochevieja
y el día de la matanza.
Será un gusto, con todos vosotros:
OBSERVAR la mañana fría y el río helado, el musgo de las peñas, una avefría y un mirlo, el fuego de la chimenea, las artesas secándose, los barreños limpios, los paños blancos, el café recién hecho y los mantecados sobre la mesa…
EL SONIDO de las mondongueras, el afilado, el chamoscador, el descarnado, el picado, el enfusado, el trajín de los varales, el sonido de los cacharros, los secretos y las bromas…
EL OLOR del comino, los anises, la pimienta, el pimentón agridulce, la canela, el orégano, el perejil, la nuez moscada, la sangre, las tripas vaqueñas y las tripas de cerdo, el ajo y la cebolla, el aguardiente, el aceite de oliva, la olla del cocido en el fuego…
EL TACTO del agua helada; lavar, coser y atar las tripas; remover las chichas hasta encontrar la peseta; cuatro manos removiendo las artesas de la morcilla y el farinato; entelar la morcilla, embutir el farinato, quitar las telas a la manteca; ponerse a la máquina de enfusar, a las tripas, a atado o al picado…
EL GUSTO de las chichas de chorizo y de salchichón, el farinato y la morcilla, el cocido y las patatas cabeceras, la panceta y la costilla, los mantecados y el aguardiente…
Y para ir abriendo boca, un artículo relacionado con la matanza que he rescatado del baúl de los recuerdos:
El espéldere
Hace unos día vi, por vez primera, un mamífero artiodáctilo del grupo de los Suidos hecho carne. Dicho así parece que hablara de un dinosaurio del jurásico, pero se trata del mejor y más doméstico animal de compañía; el cerdo.
De pequeño tuve una hucha de cerámica con forma de cerdito. Y cuando reunía algunas monedas lo descuartizaba para ir al quiosco a comprar unos jamones. Al cerdo de verdad también se le engorda con monedas, pero una vez curado. Y cuanto más curado más monedas.
El cerdo es un animal omnívoro. Le das una zapatilla y se la come. Le das un bocadillo de bellotas y se lo come. Le das una mirada y se la come. Le ocurre como al hombre, que también es omnívoro y se come hasta los cerdos.
El sábado pasado fui de becario a una matanza con el recuerdo aún reciente de los tres cerditos, los lechones con gorro de cocinero del Candil y la película de Babe, el cerdito valiente. Y me gustó la fiesta del mondongo. Ir, con las mujeres, a lavar las tripas al río. Coserlas. Bailar los farinatos. Tomar aguardiente con perrunillas. Apagar el pimentón. Todo en una ceremonia exacta en la que nadie mira.
En algunos lugares aún se conserva la costumbre de pedir al novato que ase la manteca. O mandarle, como se hace con los niños, a buscar el espéldere a casa del vecino, que es como cazar un gamusino o comerse un canguingo con patas de peces. Quizá más de uno habrá ido, alguna vez, a buscar el encargo a los lugares más insospechados, incluso al diccionario, y ha regresado, ancho de felicidad, con un dispositivo intrauterino, el santo grial, la correa de transmisión de un coche o el vellocino de oro. Yo me libré de la jugada pero de haber ido a buscarlo hubiera regresado con un iPOD.
Hace unos día vi, por vez primera, un mamífero artiodáctilo del grupo de los Suidos hecho carne. Dicho así parece que hablara de un dinosaurio del jurásico, pero se trata del mejor y más doméstico animal de compañía; el cerdo.
De pequeño tuve una hucha de cerámica con forma de cerdito. Y cuando reunía algunas monedas lo descuartizaba para ir al quiosco a comprar unos jamones. Al cerdo de verdad también se le engorda con monedas, pero una vez curado. Y cuanto más curado más monedas.
El cerdo es un animal omnívoro. Le das una zapatilla y se la come. Le das un bocadillo de bellotas y se lo come. Le das una mirada y se la come. Le ocurre como al hombre, que también es omnívoro y se come hasta los cerdos.
El sábado pasado fui de becario a una matanza con el recuerdo aún reciente de los tres cerditos, los lechones con gorro de cocinero del Candil y la película de Babe, el cerdito valiente. Y me gustó la fiesta del mondongo. Ir, con las mujeres, a lavar las tripas al río. Coserlas. Bailar los farinatos. Tomar aguardiente con perrunillas. Apagar el pimentón. Todo en una ceremonia exacta en la que nadie mira.
En algunos lugares aún se conserva la costumbre de pedir al novato que ase la manteca. O mandarle, como se hace con los niños, a buscar el espéldere a casa del vecino, que es como cazar un gamusino o comerse un canguingo con patas de peces. Quizá más de uno habrá ido, alguna vez, a buscar el encargo a los lugares más insospechados, incluso al diccionario, y ha regresado, ancho de felicidad, con un dispositivo intrauterino, el santo grial, la correa de transmisión de un coche o el vellocino de oro. Yo me libré de la jugada pero de haber ido a buscarlo hubiera regresado con un iPOD.
Si te gusta la idea de participar en estas jornadas "de Tórculo y Artesa", escribe a: devacasycastano@yahoo.es solicitando
la inscripción o llamad al 616013549.
Y si quieres más información entra en nuestro blog:
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Raúl Vacas
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