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9.2.19

Entrevista a Desiderio García, mozo de laboratorio de la Facultad de Medicina


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“Yo cojo un cadáver como quien coge un cenicero”

Desiderio García Sánchez ocupa, sin duda, el puesto de trabajo más fúnebre de la Universidad de Salamanca. Su labor diaria transcurre entre huesos, frascos de formol y cadáveres diseccionados. Él es mozo de laboratorio en la Facultad de Medicina.

A Desiderio García se le conoce en la Facultad de Medicina como “Desi”. Esta familiaridad no sorprende a nadie, ya que lleva 35 años desempeñando allí su trabajo como mozo de laboratorio. En ese tiempo ha conocido a varias generaciones de alumnos y profesores, ha visto construir el edificio que hoy ocupa la Facultad de Medicina y se muestra muy orgulloso de todo ello. Aún guarda el recuerdo del antiguo edificio de Fonseca donde una vez fue retratado por las cámaras de la televisión en el programa “Vivir cada día”.

Cadáveres 

“Desi” empezó a trabajar a los siete años en la Facultad como ayudante de su padre. Cuando éste dejó la plaza, “Desi” le sustituyó. Tal vez sea por eso que no siente el menor rechazo a la hora de trabajar con cadáveres. Su labor consiste en prepararlos para que los futuros médicos realicen sus prácticas: “Yo cojo un cadáver igual que un cenicero o cualquier cosa y no me impone nada. Tengo que sacar los huesos, las calaveras, los cadáveres y colocarlos en las mesas de las salas de disección”. Además e esto, Desiderio debe preparar los cuerpos para poder “trabajarlos”: “Cuando traen un cuerpo hay que afeitarlo entero”, dice. “A veces me piden unos huesos y tengo incluso que descarnar los cadáveres. Hay que cocer las parte a descarnar y luego quitarle la carne, ya reblandecida. Una y otra vez, hasta que queda el hueso blanco”

Pese a la frialdad que demuestra al hablar de su trabajo, Desiderio ha pasado por duros tragos que le han marcado. Recuerda éste como uno de los peores: “Una vez trajeron unos cadáveres en mal estado, pues ya les habían hecho la autopsia y no estaban embalsamados. Estos fermentaron y hubo que sacarlos con mascarillas. Me dio tanto asco que desde entonces ya no como carne; sólo embutió y sesos porque los demás se me hace estopa en la boca. Antes, incluso me comía el bocadillo entre los cadáveres. Desde aquel día ya no”. También confiesa haber pasado por experiencias que le han sobrecogido: “Hace unos años descarriló un tren en Fuentes de Oñoro. Yo tuve que ayudar a transportar los cadáveres y, a una mujer embarazada que traían muerta, le sacaron la criatura viva de las entrañas.

Alumnos 

Desiderio conoce muy bien cuál es la reacción de los alumnos de Medicina al enfrentarse a un cadáver por primera vez: “Hay alumnos, sobre todo las niñas, a los que les da cierto reparo. Sin embargo, otros hasta se ofrecen para ayudarme a sacar los cadáveres del depósito”. Para los alumnos es muy importante que el depósito de cadáveres esté bien provisto, ya que de ello dependen sus prácticas. Desiderio afirma que “hay momentos de escasez, ya que los cuerpos se obtienen únicamente de las donaciones y de la gente que muere sin que nadie reclame su cuerpo”.

“Desi” está acostumbrado a la muerte, pero no ha perdido por ello su sensibilidad: “Cuando muere algún conocido no me quedo tranquilo hasta que lloro”. Su naturalidad y sencillez le han hecho merecedor del afecto de los alumnos. Sobre ellos opina que “los de antes era más listos, más empollones. Ahora hay muchos que son muy buenos y llevan todos los apuntes al día, pero también los hay muy malos”. Esta distinción, sin embargo, no impide que Desiderio trate a todos por igual: “Yo soy muy respetuoso con los alumnos y los trato con mucha amabilidad, quizá es por eso que me aprecian tanto”.


Tomás Sánchez y Raúl Vacas
Fotografía: José María Peña
Salamanca, 9 de octubre de 1995

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